Como duque de Aquitania, Eduardo III, sin embargo, par de Francia y sobrino segundo del nuevo rey, no asistió a la ceremonia.
En consecuencia, el rey Eduardo III de Inglaterra no podría reclamar la Corona francesa.
Las confiscaciones de este ducado fueron constantes desde que los reyes ingleses pasaron a ser vasallos del rey francés (1247,1323 y 1337) como elemento de presión diplomática.
Tropas inglesas desembarcaron en Brest en 1342 y ocuparon el este de Bretaña hasta el año 1397.
Los ingleses se volvieron una amenaza, lo que impulsó a David II de Escocia a invadir Inglaterra por el norte, que debía estar poco defendido, dado que Eduardo III preparaba una invasión a Francia por el sur.
Su armada es numéricamente muy inferior a la de Felipe VI, que puede contar con su poderosa caballería.
Tras vencer en Crécy, Eduardo III asedia Calais sin que Felipe se atreva a enfrentarlo directamente, abandonando la ciudad, que seguirá siendo inglesa hasta 1558.
Felipe VI devaluó la moneda, se endeudó y estableció onerosos impuestos, en particular la gabela sobre la sal, para hacer frente a los elevados costos de la guerra.