Él se deshace de su esposa y habiendo recibido sumas considerables, en vez de llevarlas al duque de Anjou, las despilfarra en Venecia, en el juego y la depravación, mientras que el ejército francés está siendo asediado por la hambruna y las enfermedades.
Tal fue el resultado una expedición que seguirían grandes desastres y cuando los jefes y soldados vuelven de Italia, bastón en mano y pidiendo limosna, el Señor Craon osó reaparecer en la corte con paso magnífico.
Me habéis hecho enojar tantas veces, que os debo castigar.
» Clisson no tenía consigo más que ocho de sus personas de servicio, quienes no estaban armados y que se dispersaron.
Veinte caballeros lo esperan y llega a su castillo de Sablé.
La calle que rodeaba el hotel y que llevaba el nombre de Craon, fue denominada calle de los Muchachos Malvados.
Craon que ya no creía estar a salvo en su fortaleza de Sablé, se retira junto al duque de Bretaña, quien le dice: « Sois un enclenque, cuando no habéis podido matar a un hombre que estaba delante de vos.
Carlos VI, alentado por el condestable y sus partidarios, resolvió marchar a la guerra contra Bretaña, porque el duque rehusó entregar a Craon y alegó no saber ni querer saber nada del lugar donde estaba escondido.
Se sabe que, al atravesar un bosque vecino, Carlos VI cae en la demencia.
Ese mismo año, Clisson firma una suspensión de armas con el duque y se expresa en estos términos: « Ojalá que todos estos hechos cesen, excepto para con el malvado Pierre de Craon, etc. » Craon lleva durante algunos años una vida errante, para ocultar su cabeza de la severidad de la ley.
(ver las Ordenanzas de Fontanon), Craon hizo entonces una penitencia voluntaria por sus crímenes.