Julio II

[2]​ Demuestra tal habilidad que pronto adquiere gran influencia dentro del colegio cardenalicio, influencia que crece aún más bajo el papado de Inocencio VIII, sucesor de Sixto IV en 1484.

Giuliano tuvo varios hijos ilegítimos, pero la única en alcanzar la edad adulta fue Felice della Rovere, nacida en 1483 fruto de su relación con la aristócrata romana Lucrezia Normanini.

Della Rovere tenía un gran rival en el seno del colegio cardenalicio, el cardenal Rodrigo Borgia, más tarde papa Alejandro VI a la muerte de Inocencio VIII.

Acompañando al joven rey en su campaña militar, entra con él en Roma y trata de convocar un concilio ecuménico que investigue las acciones del papa Alejandro VI y, eventualmente, lo deponga.

Alejandro VI muere en 1503 debido probablemente a la malaria, aunque se especula que pudo ser envenenado.

Julio II continuó la tradicional práctica del nepotismo garantizando el ascenso social de su familia.

Algunas retornaron a sus antiguos regidores mientras que otras cayeron en la órbita de la República Veneciana.

Borgia envía a sus castellanos en la Romaña instrucciones públicas para que entreguen las plazas a Julio II, pero les transmite instrucciones privadas para que las mantengan en su nombre.

Enviado un nuncio a Cesena para la entrega formal de la plaza, es rechazado y su criado, asesinado.

El suceso conmocionó a Julio II, que no esperaba tal maniobra.

En septiembre de 1506 capitulaba Perusa; Bolonia fue reducida por las armas dos meses después, dado que la excomunión de Giovanni Bentivoglio, previa al ataque, no había dado resultado.

Contra esta amenaza iba a concitar Julio II sus propios esfuerzos y los intereses de las naciones extranjeras.

Si algún papa tuvo meridianamente claro que se consigue más por las armas que con los anatemas, ese fue Julio II; no obstante, seguramente por lo arraigado de la costumbre secular, hasta él mismo utilizó la excomunión y el entredicho contra Venecia antes de castigarla militarmente.

Este descalabro no supuso el fin de Venecia, ni era eso lo que al Papa le convenía.

Satisfecho con ello, Julio II firmó la paz con los venecianos, les levantó las penas divinas que les había impuesto y se retiró de la liga que él mismo había coordinado.

El verdadero objetivo del concilio era, sin embargo, debilitar la posición de Julio II y, a ser posible, provocar su caída.

A partir de este momento solo cosecharon derrotas: hubieron de abandonar Milán, perdieron las ciudades de Bolonia, Parma, Reggio y Piacenza, las tropas suizas les vencían en Novara y fuerzas de la Liga les hicieron traspasar los Alpes y aún les acosaron hasta Dijon, mientras los ingleses amenazaban con cruzar el estrecho y Maximiliano se disponía a penetrar por su frontera.

Su identificación con la causa francesa en el enfrentamiento con el pontificado y la alianza que mantuvieron con Luis XII de Francia fue una excusa para que Fernando, Regente de Castilla, con el pretexto de que los monarcas navarros fomentaban las doctrinas albigenses, obtuviera del papa una bula papal, la Pastor Ille Caelestis.

En esta bula se excomulgaba de forma genérica a los aliados del rey francés.

Cavilaba ahora el pontífice cómo arrojar del suelo italiano a los españoles que se estaban convirtiendo en sus nuevos amos.

[5]​ Se encargó el proyecto al arquitecto Donato d'Angelo Bramante, siendo terminado en 1626 con Paulo V.

La República de Venecia aprovechó para tomar algunos estados en la Romaña en 1503.
La misa de Bolsena , 1512. Estancia de Heliodoro.