Pero existe también una palabra latina, iubilum (derivada del verbo iubilare), que refería los gritos de alegría de los pastores y que terminó por significar alegría, gozo o alabanza.
Cuando san Jerónimo de Estridón tradujo la Biblia del hebreo al latín entre los años 391 y 406, tradujo el término hebreo yobel por el término latino iubilaeus, con lo que quedó incorporado el matiz de alegría al significado original que tenía la palabra en el antiguo Israel, como año excepcional de remisión.
El término jubileo proviene del hebreo yobel o jobel, que alude al cuerno de macho cabrío que se utilizaba como instrumento sonoro, para anunciar al pueblo el año del jubileo.
En el jubileo mosaico que se nos muestra en el Antiguo testamento, "nadie oprimirá a su prójimo", de forma que tras siete años sabáticos se reúnen varias disposiciones sociales:[1] Los judíos observaron esta práctica con mucha exactitud en un comienzo, pero no la siguieron después como lo notan sus doctores en el Talmud, quienes aseguran que no hubo más jubileos en tiempo del segundo templo.
[2] La tradición de celebración de jubileos ordinarios se acentuó en los siglos siguientes, y se celebraron jubileos cada cincuenta años primero, y cada veinticinco años después.
La ceremonia que se observa en Roma para abrir el Jubileo ordinario o Año Santo incluye un conjunto de ritos.
Esta puerta solamente se abre para la ceremonia de apertura del jubileo y por este motivo.
El sumo pontífice toma un martillo (el mismo que utilizó Pío XI en 1933) y da tres golpes diciendo una fórmula que se inicia con las palabras: Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino («Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor»).
El simbolismo -abatir la puerta con el esfuerzo- significa la dificultad del camino cristiano pero, al mismo tiempo, subraya que una vez traspuesto el ingreso se encuentra la grandeza extraordinaria del amor y misericordia de Dios.
Luego, tomando la cruz, se empieza el Te Deum y entra a la Basílica junto con el clero.
El año santo de 1390 fue convocado por Urbano VI quien tras los dos primeros jubileos celebrados en 1300 y 1350, mediante la bula Salvator noster convocó este año santo, indicando que los siguientes se celebraría cada 33 años en recuerdo a la edad de Jesucristo al morir en la cruz.
La Santa Sede ha concedido autorización a siete lugares para poder celebrar jubileos in perpetuum.
Fue aprobado por bula del papa Julio II en 1512, puesto que el monasterio de Santo Toribio de Liébana guarda el trozo más grande del Lignum Crucis que se conoce.
Ese mismo año, Juan Pablo II contestó afirmativamente la solicitud del obispo murciano.
[14] Fue aprobado en 2014 por el papa Francisco en honor al Santo Cáliz y se celebra cada 5 años.
Alfonso Carrasco Rouco, presentó a la Santa Sede la documentación hallada en el archivo capitular y la petición de renovar la indulgencia plenaria que se concediera en 1860 en el papado de Pío XI.