Reino de Italia (774-962)

Desde 950 el monarca germano incorporó Italia a sus territorios, lo que supuso su vinculación al Sacro Imperio.

Pero en abril de 817 el emperador sufrió heridas por un derrumbe de una galería que conducía de la capilla al palacio, y en julio decidió regular su sucesión a través del decreto denominado Ordinatio Imperii, por el que su hijo Lotario fue designado como coemperador;[5]​ establecía el reparto territorial entre sus hijos y se regulaba la relación política entre Lotario como sucesor imperial y sus hermanos, pero no había provisiones con Bernardo de Italia,[6]​ por lo que este vio su posición en peligro y emprendió una sublevación contra el emperador.

[23]​ Pavía continuó siendo la capital,[24]​ aunque Milán fue favorecida como lugar de residencia y ceca principal.

Los condes carolingios fueron pues, sucesores de los duques y gastaldos lombardos en gobernar los distritos del reino.

[41]​ Al ser funcionarios públicos, los condes o marqueses no estaban necesariamente en relación de vasallaje respecto del soberano, pero como la administración central se mostró incapaz de mantener una burocracia de agentes al servicio del rey, remunerados y revocables, estos agentes tendían a ser escogidos entre una poderosa clientela militar a los que se recompensaba con tierra, ante la escasa circulación monetaria.

La actividad de los funcionarios públicos siguió siendo esencialmente un poder militar para suprimir la violencia privada.

Algunas de estas familias tendrían un gran peso en el reino en época postcarolingia, como los Unróquidas en Friuli, los Supónidas en Parma o los Guidoni en Espoleto.

[56]​ Así, la nueva aristocracia franca, aparte de detentar el gobierno territorial como instrumento del poder regio, también obtuvo una significativa base territorial a través de donaciones reales; pero además, usó su poder político en beneficio propio vinculándose con las instituciones eclesiásticas y emparentando con las ricas familias lombardas.

[58]​ Estas fuerzas estaban al servicio permanente o específico del rey o de sus representantes —condes— en el aspecto militar e incluso también político, pero esta relación pública se podía reforzar con una relación privada de vasallaje, que fue la institución que importaron los francos con la conquista del reino lombardo.

Junto a las propiedades que formaban el curtis de un gran señor, había también pequeños propietarios alodiales no dependientes, los arimanni.

En 855, con la abdicación y muerte del emperador Lotario I, Luis II, que ya era rey de Italia, no obtuvo territorios al norte de los Alpes, y al quedar como soberano italiano se identificó el título imperial con el reino italiano.

Los Unróquidas controlaban la Marca del Friuli, donde desde 874 el marqués era Berengario, y como tal, sus obligaciones comprendían no solo proteger el norte de Italia de los eslavos, sino también proteger la ruta a Baviera por el paso del Brennero, y por matrimonio estaba emparentado con los Supónidas que gobernaban en los condados de Parma, Piacenza y Brescia.

Antes de su reinado, el reino era una entidad administrativa coherente, pero a su muerte la autoridad monárquica estuvo en entredicho, ya que la política básica del rey era la donación como medio de negociar con los magnates, equilibrar facciones y establecer alianzas.

[106]​ Desde entonces, la cancillería real se limitó a publicar diplomata, que llegó a ser la única forma de intervención real, en la que el rey se intentaba asegurar el gobierno del reino manteniendo una compleja red de relaciones feudales.

Con esta elección, Carlos se vio en conflicto con su hermano Luis el Germánico, rey de Francia oriental.

Finalmente en 885, en una asamblea de nobles en Pavía, Guido fue perdonado y juró fidelidad a Carlos III.

[125]​[126]​ En el año 885 Carlos fue reconocido rey en Francia occidental, pero en 887 tuvo que afrontar una revuelta nobiliaria acusado de debilidad e incapacidad para gobernar su imperio.

[139]​ En esta división del poder regio, el título imperial suponía una forma de acrecentar su influencia entre la aristocracia frente al otro rival, pero también permitía extender la autoridad imperial hacia Roma y el antiguo exarcado bizantino como defensores del papado.

[140]​ Guido de Espoleto trató de restaurar el orden en Italia y logró que el papa Esteban V (885–891) le coronara emperador en 891, debido al temor que le suponía al papa la interferencia de Guido en los territorios papales, y además hizo que el papa Formoso (891–896) coronara coemperador a su hijo Lamberto en 892.

[145]​ Poco después falleció Lamberto, y Berengario pudo ya disponer de todo el reino.

La oportunidad le llegó cuando Marozia quedó viuda del marqués Guido de Toscana en 929; Marozia impuso a su hijo como papa Juan XI (931-935) y buscó en la persona del rey Hugo un nuevo consorte poderoso para fortalecer su poder en Roma, de modo que el papa Juan XI no se opondría a la coronación imperial de su padrastro.

[162]​ Dándose cuenta de su situación precaria, Hugo mandó a su hijo Lotario a Milán con una misiva en la que renunciaba al reino de Italia y demandaba que la corona la retuviera su hijo Lotario.

Se hizo coronar rey de Italia en 951 y se casó con Adelaida, pero no logró la corona imperial porque Alberico II tenía intención de introducir un poder extranjero en Roma que limitase su propio poder.

[174]​ Con las manos libres en Italia, intentó crear, como antes el rey Hugo de Arlés, un poderoso dominio regio y una red vasallática leal.

[175]​ El papa pidió la intervención del soberano alemán, y Otón inició una segunda campaña por Italia (961-965).

[180]​ La situación en el regnum italicum con la subordinación política a Alemania[181]​ supuso la existencia de un monarca ausente.

[191]​ A estas intenciones se le opusieron una liga de comunas lombardas apoyada por el papa.

La guerra terminó con la paz de Constanza (1183), por la que el emperador reconocía a las comunas el uso de las regalía y la autonomía urbana, y las comunas reconocían la autoridad jurídica del emperador.

[197]​ Ante esta situación, las comunas ofrecieron al titular de alguna magistratura en la ciudad un poder supremo para garantizar el orden, de este modo surgió la señoría como un régimen personal, cuyo titular tuvo los medios para consolidar su poder vitaliciamente y transmitirlo a sus herederos.

[210]​ A finales del siglo XVII la debilidad española fortaleció la posición imperial en Italia, obteniendo apoyo de los feudatarios italianos.

Divisiones del Imperio carolingio en el tratado de Verdún (843).
El emperador Luis II en la captura de Bari (871).
El imperio de Carlos III el Gordo en 887, antes de ser depuesto.
La fragmentación del Imperio carolingio en época del emperador Lamberto de Spoleto en 898.
Los territorios italianos (en color rosa) en época de la coronación imperial de Berengario de Friuli en 915.
Los territorios italianos (en rosa) en 947, siendo rey de Italia Lotario de Arlés .
Otón I recibe la sumisión de Berengario II .
El emperador Federico I Barbarroja . Miniatura de un manuscrito de 1188, Biblioteca del Vaticano