Hildegarda de Bingen

[19]​ Desde niña, Hildegarda tuvo una débil constitución física, sufrió de constantes enfermedades y experimentaba visiones.Vivió estos episodios conscientemente,[nota 4]​ es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis.Por esa época, su asistente y secretaria Ricardis la abandonó para ser abadesa del convento de Bassum en Sajonia.El aprecio mutuo que generó esta entrevista, manifestado en las subsecuentes cartas, llegó a tal grado que, trece años más tarde, el soberano otorgó un edicto de protección imperial a perpetuidad al monasterio de Rupertsberg.Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII,[nota 7]​ no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para predicar.Con motivo del cisma provocado por la elección del antipapa Víctor IV con el apoyo del emperador Barbarroja, frente al papa romano Alejandro III, alargado a la muerte de Víctor IV con la elección de los también antipapas Pascual III y Calixto III, Hildegarda hizo graves amonestaciones proféticas al primero de estos, así como al emperador mismo.Por la imposición de esta pena eclesiástica, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado.Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento para que nadie pudiera buscarlo.Los prelados de Maguncia, en ausencia del arzobispo Christian, que estaba en Roma, pusieron en entredicho al monasterio.Fue reabierto por Inocencio IV en 1244, sin que tampoco en esta ocasión se llegase a concluir.Con motivo del 800 aniversario de su muerte, Juan Pablo II se refirió a ella como profetisa y santa.En lo referente a las influencias recibidas y a su manera de escribir, indudablemente se destacan las Sagradas Escrituras a través de la Vulgata, con especial atención hacia los profetas y el Nuevo Testamento; en este último se destacan la importancia que el Evangelio de san Juan y el Apocalipsis tuvieron en ella, ya que incluso en algunas narraciones autobiográficas consignadas en la Vita llegó a comparar sus dones espirituales con las inspiraciones del evangelista Juan sumado al tono apocalíptico de las partes finales del Scivias.Esta tradición alegórica es común a otros escritores del Medioevo y puede rastrearse hasta la Psychomachia de Prudencio en el siglo IV.[73]​[74]​ El Liber divinorum operum o Libro de las obras divinas fue creado entre 1163 y 1173, siendo Hildegarda ya sexagenaria.Es la descripción de diez visiones, en donde realiza una cosmología que estructura al universo en correspondencia con la fisiología humana, y que convierte los actos del hombre en paralelos a los actos de Dios, mediante su cooperación activa en la construcción y orden del cosmos.[78]​ Además escribió obras de carácter científico: Liber simplicis medicine o Physica, es una obra sobre medicina, dividido en nueve libros sobre las correspondientes propiedades curativas de plantas, elementos, árboles, piedras, peces, aves, animales, reptiles y metales.Así, a cada planta le otorga el correspondiente calificativo de su cualidad: robustus, siccus, calidus, aridus, humidus, etcétera.[80]​ En lo que se refiere a sus escritos hagiográficos, se encuentra la Vita sancti Disibodi (Vida de san Disibodo), escrita hacia 1170 a petición de Helenger, abad del monasterio de Disibodenberg, donde trata la vida y obra del eremita irlandés Disibodo, que pasó sus últimos años en las cercanías del monasterio que aquel presidía.Tal importancia se puso de manifiesto en la carta escrita a la curia de Maguncia,[81]​ dictada tras el entredicho interpuesto con ocasión del conflicto derivado de que la abadesa diera sepultura a un hombre supuestamente excomulgado y por el cual se prohibió a su comunidad cantar el salterio y tener misa.Los profetas, a quienes Dios les otorgaba una gracia extraordinaria, habían compuesto cantos y creado instrumentos entreviendo el pasado beatífico de la humanidad.Hildegarda compuso setenta y ocho obras musicales, agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum (Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestes): cuarenta y tres antífonas, dieciocho responsorios, cuatro himnos, siete secuencias, dos sinfonías (con el significado propio del siglo XII), un aleluya, un kyrie, una pieza libre y un claro antecedente del oratorio (género nacido muchos siglos después) en su auto sacramental titulado Ordo Virtutum ("Orden de las virtudes", en latín).Luego pasa a explicar su significado profundo y las enseñanzas derivadas de tales visiones.Ordinariamente estas visiones venían acompañadas de trastornos físicos para la abadesa como debilidad, dolor y, en algunos casos, rigidez muscular.[92]​ Como en la restante cultura teológica medieval, Hildegarda considera al hombre como el centro del mundo creado por Dios y partícipe de la obra redentora.[93]​ La calidad moral del hombre se encuentra herida desde la caída de Adán y Eva a causa del pecado, no obstante, Dios elige esa misma debilidad para otorgar la salvación por medio de su hijo Jesucristo, quien toma carne para rescatar al hombre, quien a su vez debe tender hacia Dios con sus pensamientos y actos, eligiendo las virtudes antes que los vicios.[nota 11]​ En las visiones descritas en el Scivias, la Iglesia es figurada como una «mujer inmensa como una ciudad», coronada y vestida con resplandor, con el vientre perforado por donde entran una multitud de hombres con piel obscura que son purificados al salir por su boca.[96]​[97]​ Su figura y su obra dejaron sentir su influencia aún fuera de Alemania y llegaron hasta el presente con una vigencia indiscutible, que ha llevado al mundo de la cultura a realizar diversos homenajes a la santa alemana.Aus dem Leben der Hildegard von Bingen), basada en la vida de esta santa, interpretada por la actriz alemana Barbara Sukowa.Una mujer del siglo XII) y dedicó un capítulo de la serie Die Deutschen (Los alemanes) a esta monja benedictina.[113]​[114]​ Por otra parte, el cráter lunar Hildegard lleva este nombre en su memoria desde febrero de 2016.
Santa Hildegarda y su comunidad de monjas en una miniatura del siglo XIII .
Ubicación de los lugares de establecimiento, monasterios y las cuatro rutas de predicación de Hildegarda.
Reliquias de Hildegarda de Bingen en la Iglesia de Eibingen.
Escultura que representa a Santa Hildegarda, en la iglesia parroquial que lleva su nombre, en Eibingen ( Alemania ). De artista desconocido, la obra incorpora los símbolos con que se la identifica: cruz pectoral , pluma y libro .
El Riesencodex , conservado en la biblioteca de la Escuela Superior de Rin-Meno.
La Trinidad en su íntegra Unidad, Scivias , visión II, 2.
El alfabeto de Hildegarda de Bingen, Littere ignote , que usó para su Lingua ignota .
Vista parcial del folio 0466r del Códice de Wiesbaden ( Riesencodex ) con la notación del canto « O vis eternitatis », de Symphonia armonie celestium revelationum .
La jerarquía angélica. Visión sexta del libro del Scivias . Códice de Wiesbaden . Facsímil de 1927.
La maternidad que procede del Espíritu y del Agua . Ilustración del Scivias , II, 3. Códice de Wiesbaden. Facsímil de 1927.