Si bien hay siete vicios que luchan contra siete virtudes, estos no son todavía los siete pecados capitales canónicos, cuya formulación todavía no estaba asentada y, es más, ni siquiera eran siete, sino ocho, según la enumeración que de los mismos hizo San Cipriano de Cartago y repitió el monje Evagrio Póntico, ya contemporáneo de Prudencio; su reducción a siete se debe a un papa posterior, San Gregorio Magno; tampoco se trata de las cuatro virtudes cardinales, de las cuales sólo se muestra la Templanza; sí aparecen por el contrario las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Lujuria está sumergida en un lodazal mientras que Castidad limpia su espada manchada en las aguas del Jordán.
El cielo se abre sobre las ruinas del campo de batalla, revelando a Cristo.
Concordia sube al púlpito para exhortar a las virtudes de evitar la discordia, preservar la paz y reconocer al lobo con piel de cordero, como Arrio y el obispo Potino.
Doce piedras semipreciosas en el interior dan luz natural a la sombra de hermosos colores.