El adjetivo «femenino» otorga un matiz propio, al situar a las mujeres espacial y temporalmente en las variadas formas de monacato.
[4] El mismo Concilio había declarado previamente: «Las mujeres ya actúan en casi todos los campos de la vida, pero es conveniente que puedan asumir con plenitud su papel según su propia naturaleza.
Desde entonces, fue creciendo el interés por buscar evidencias históricas de la conexión entre las formas religiosas y lo que se denominaba monacato.
Se las conoce también como «reclusas» o «concubinas» y pertenecían a la casa de la esposa del dios.
El acuerdo fue posible estipulando que las hijas vírgenes de los reyes del norte se trasladaran a vivir al sur, tomaran el título de «Divina Adoratriz» y se comprometieran a permanecer célibes.
Ankhnesneferibre y su sucesora Nitocris II, últimas mujeres que disfrutaron de este rango, no tuvieron poder político.
En la línea del tiempo, las vestales se ubican como predecesoras paganas de lo que serían las vírgenes consagradas.
La transgresión de la norma se castiga con la pena máxima que en algunas épocas es la pena de muerte que se ejecutaba enterrando vivas en un acto popular y ritual a las vestales y en un acto privado a las Aclíacuna.
La vida estaba organizada de modo que durante seis días buscaban la sabiduría individualmente y el día séptimo ungían sus cuerpos en aceite.
[29] En Asia Menor San Basilio, patriarca del monacato oriental en Capadocia, Turquía, fundó varios monasterios para mujeres jóvenes.
Mientras en Occidente los pueblos germanos se iban convirtiendo al catolicismo, en Oriente, Justiniano I renovaba el Imperio romano desde Constantinopla.
En el siglo XIII se dictaron medidas que prohibieron a las religiosas la educación de niños.
Esta orden protegió con frecuencia a las beguinas, movimiento de mujeres que se reunían para rezar y para dedicar su tiempo al estudio.
Se crearon las primeras universidades, la mayoría de las cuales eran fundaciones eclesiásticas y estuvieron prohibidas a las mujeres.
La Doctora Arana[32] ha investigado esta cuestión y afirma que no fueron las únicas en ostentar grandes poderes.
En su opinión, tanto las Abadesas del siglo VIII como las del siglo XIII se arrogaban unas atribuciones que, teniendo que ver, más o menos directamente, con el sacramento de la Penitencia, las autoridades civiles y eclesiástica no estuvieron dispuestas a seguir consintiéndolos. "
[44] Las medidas lograron que los conventos funcionaran cada vez más abiertamente en beneficio de la política eclesiástica central.
El padre de la desposada con Cristo recibía ciertos ingresos cuando aseguraba para su hija una función directiva, la comunidad recibía exenciones tributarias y otros privilegios por lo que la élite de la ciudad y las familias tenían interés en defender el contacto con las religiosas internadas.
Las monjas debían dormir solas o en grupos porque ya no les permitían tener a una familiar más joven en su celda, con lo cual desaparecía la posibilidad de cultivar los vínculos afectivos.
Muchos de estos monasterios se edificaban en una propiedad rústica donde hubiera una iglesia, convirtiéndose en monjes los familiares y siervos quienes convivían con el dueño.
Las potestades que ejercieron como mecenas se tradujeron en los estilos arquitectónicos de catedrales, iglesias y monasterios.
Por otra parte las mujeres, viudas en su mayoría que quisieran ingresar en la Orden como religiosas, encauzaban su vocación santiaguista femenina.
En el monasterio,inicialmente, hubo una comendadora al frente de dos comunidades, una masculina y otra femenina.
Pero al mismo tiempo, mujeres como Catalina de Cardona[64] abandonaban la vida en la Corte para ir a vivir en una cueva para hacer penitencia.
Surgió así la vida monástica de las “donadas” El Barroco es un movimiento cultural que expresa a través del arte, las ideas políticas, filosóficas y religiosas.
En los monasterios se desarrolla la forma de vida religiosa monástica que se conoce como vida contemplativa canónica: Las Superioras Mayores gozan de todas las facultades, excepto las que por el contexto o la naturaleza del asunto no pueden pertenecer sino a los hombres.
Las monjas están obligadas, por deber de conciencia, no solo a ganarse “ honestamente con el sudor de la frente el pan con que viven” sino también a hacerse cada día más hábiles para las diversas obras según lo exigen los tiempos.
Años después, al mandar el Concilio Vaticano II a las congregaciones que revisaran sus papeles para recuperar la finalidad original con la que habían sido creadas, la congregación recuperó en parte la tarea de apoyo a las mujeres trabajadoras.
María José Sirera Oliag, una monja que solicitó su secularización después de serle denegado el permiso para ser religiosa obrera.
Juan Pablo II decidió convocar un Sínodo para profundizar sobre el papel de la vida consagrada en la Iglesia, su significado y perspectivas en vistas del nuevo milenio.