La arquidiócesis tiene como sufragáneas a las diócesis de: Cruz del Eje, San Francisco, Villa de la Concepción del Río Cuarto, Villa María y a la prelatura territorial de Deán Funes.
[6] Desde Lima designó administrador de la diócesis al padre Hernando Murillo.
Como este tuvo un distanciamiento con el gobernador del Tucumán, Hernando de Lerma, el obispo Victoria envió al deán Francisco de Salcedo, como su delegado, quien también terminó distanciado con el gobernador y fue desterrado a Nuestra Señora de Talavera junto a otros clérigos.
La misma comprendía la totalidad de la gobernación del Tucumán, que por entonces incluía las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Córdoba, más los actuales departamentos bolivianos de Tarija y el extremo sur del de Potosí.
Desde mediados del siglo XVII llegaron informes al virrey del Perú, a la Real Audiencia de Charcas y al rey de España pidiendo el traslado del obispado y la catedral a otra ciudad.
Estos pedidos se basaban en las reiteradas inundaciones que dejaron en ruinas toda la ciudad de Santiago del Estero y la gran pobreza que había en ella.
[8] En 1810 el obispo Rodrigo de Orellana fue condenado a muerte por las autoridades emergidas de la Revolución de Mayo, pero fue indultado y mantuvo relaciones difíciles con los sucesivos gobiernos hasta que huyó a Brasil y llegó a España en 1818.
Los conflictos por el patronato nacional mantuvieron la sede vacante hasta 1836.
[13] El 27 de diciembre fue consagrado como obispo auxiliar el padre Pedro Torres, miembro del Comité Interreligioso por la Paz.