[1] En 1617, el rey Felipe III lo propuso como obispo del Tucumán y el papa Paulo V lo autorizó.
Nombrado como tal en España, se embarcó inmediatamente hacia América, desembarcando en Buenos Aires en marzo de 1618.
Informó a la Corona que los jesuitas tenían en Córdoba 13 sacerdotes, 28 estudiantes y 11 coadjutores.
[2] Durante toda su gestión fue gobernador del Tucumán Juan Alonso de Vera y Zárate, con quien el obispo tuvo repetidos roces, al punto de llegar a excomulgarlo durante algunas semanas.
En esa ciudad amplió el Palacio Episcopal y realizó una visita parcial de su diócesis.