Sin embargo, dichas nominaciones fueron objetadas por el virrey y el Consejo de Indias.
Preconizado para ocupar el vacante obispado de Panamá en 1671, y accediendo a la petición del arzobispo Villagómez, fue retenido en Lima.
Por esa razón, Ulloa fue nombrado obispo del Tucumán a pleno derecho.
Si bien el obispo tenía que vivir en esa ciudad, optó por radicarse en Córdoba.
Al tomar posesión del cargo, envió como provisor y vicario general del obispado al arcediano Tomás de Figueroa.