Tiranía

La tiranía (del latín tyrannus, «gobernante ilegítimo o un solo hombre», y a partir del griego τύραννος [týrannos], «rey soberano, gobernante de una polis»)[1]​[2]​ en el sentido que se dio al término en la Grecia Antigua, era el régimen de poder absoluto, de ordinario unipersonal, instaurado por un tirano; el gobernante que había accedido al poder mediante la violencia, derrocando al anterior gobierno de una polis (las ciudades-Estado griegas), gracias al apoyo popular (el del demos, «pueblo») o mediante un golpe de Estado militar o una intervención extranjera.La palabra griega tyrannos («señor», «amo», «soberano», pero no el gobernante hereditario o basileos, «rey», sino el gobernante absoluto no limitado por ley o constitución) parece ser un préstamo lingüístico de alguna lengua de Asia Menor, probablemente el lidio.[5]​ El término “tirano" aparece por primera vez utilizado por Arquíloco (comienzos del siglo VII a. C.), y se aplicó inicialmente al rey Giges de Lidia, que en esa época llegó al trono por medios ilegítimos, según el sofista Hipias de Elis.Desde finales del siglo VI, y con las guerras médicas de la primera mitad del siglo V, decayeron las tiranías, en beneficio de gobiernos democráticos u oligárquicos liderados por Atenas y Esparta.[6]​ Menos favorables fueron los filósofos inmediatamente posteriores: En las Definiciones del Pseudo-Platón[15]​ se caracteriza al régimen de los tiranos por su arbitrariedad.[16]​ Platón utiliza casi los mismos términos en Político,[17]​ y los da por supuestos en Gorgias.Otras, de los ciudadanos elegidos para las magistraturas supremas, pues antiguamente las democracias establecían para mucho tiempo los cargos civiles y religiosos; otras surgían de las oligarquías cuando elegían a uno solo con poder soberano para las más importantes magistraturas.[23]​Para los comediógrafos atenienses, como Aristófanes, la figura del tirano se utilizaba como representación del enemigo de la democracia ateniense, la tentación de que un ciudadano particular concentrase todo el poder en sus manos instaurando un poder despótico ("la condena aristocrática del tirano que habíamos visto en Alceo y en el moderado Solón se transforma en el antitiranismo de la plaza").[25]​ Eso significaba una represión brutal sobre los eupátridas: ejecuciones, ostracismos, confiscaciones y espionaje.[32]​ Se la ha comparado con la magistratura romana de la dictadura, siendo similares las figuras del griego Pitaco y el romano Cincinato, quienes por su propia voluntad volvieron a su vida privada como ciudadanos particulares tras ejercer sin límites el poder.[34]​ Entre los megarenses era un jefe de protocolo que conocía las convenciones y buenas costumbres, y por ello se le confiaban cuestiones jurídicas que implicaba convertirle en un magistrado investido de poderes extraordinarios.[41]​ Hubo aisymnetai en Selinonte desde el siglo VI a. C., así como en Selymbria, Calcedonia, Callatis y Quersoneso, ciudades en las que también presidían la boulé.El uso moderno y contemporáneo del término "tirano", convertido en cliché o tópico, que insiste en rasgos desmesurados, como la rapacidad, la crueldad, la arbitrariedad y la injusticia; lo hace sinónimo de los términos, también convertidos en peyorativos, de déspota (título del Imperio bizantino), sátrapa (dirigente provincial del Imperio aqueménida) o dictador (magistrado excepcional, pero legal, en Roma).
Ánfora de los tiranicidas, del Pintor de Berlín . Ática, 480 a. C.
El pueblo francés exige la destitución del tirano el 10 de agosto de 1792 , de François Gérard .