Político (diálogo)

Este filósofo es un extranjero proveniente de Elea al que en distintas versiones se conoce como "el visitante".

El diálogo muestra que los políticos deben estar gobernados por este conocimiento o gnosis.

Según Crombie, afirma Platón que todo esto fue comunicado a Dionisio I de una manera sutil y diplomática, pero ante la alarma encendida entre algunos cortesanos, Dión fue enviado al exilio cuatro meses después.

A partir de este suceso, Dión intentó gobernar Siracusa y administrar los negocios griegos en Sicilia.

[7]​ Según Crombie, fue en Siracusa y no en Atenas donde Platón intentó poner en práctica sus ideales acerca de un filósofo gobernante.

Atenas era una democracia todavía autosuficiente; Siracusa, en cambio, era una tiranía por lo que Platón consideró que era mejor intervenir políticamente solo cuando la comunidad estuviera preparada para aceptar modificaciones fundamentales, impuestas por un tirano o puestas a pruebas en una colonia recientemente fundada.

[8]​ William Guthrie afirma en su obra Historia de la filosofía griega, que no quedan dudas respecto a la posición relativa que ocupa el político entre el resto de los diálogos platónicos, como una continuación del Sofista.

Castoriadis afirma que estas cartas fueron falsificadas tempranamente en la Academia para, por un lado, justificar a un Platón que insiste constantemente en llevar a cabo sus ideas y, por el otro, redimir el comportamiento de dos alumnos de la Academia: Dión, casi tirano, y Calipo, su asesino.

Los hombres nacían de la tierra, y su vida transcurría desde la madurez a la infancia para luego desaparecer.

Este un tipo de gobierno cuya soberanía es aceptada voluntariamente por los que están sujetos a ella.

Escoge en este caso la enseñanza del alfabeto en los niños, o más precisamente, el método mediante el cual ellos identifican elementos simples y conocidos para luego enfrentarse a aquellos cuya naturaleza les resulta ajena y compleja.

Nuevamente el extranjero refiere una división distinguiendo la torsión como aquel trabajo que concierne la confección de la trama, del entrelazamiento.

Es importante señalar, que el mismo extranjero reconoce lo extenso del desarrollo anterior y eso dará lugar a futuras consideraciones.

Es forzoso entonces pensar y admitir la segunda afirmación, aquella que es necesaria a toda producción: el más y el menos son mensurables, no sólo en su relación recíproca, sino también en relación con la realización del justo medio.

Pues algunos discursos, aunque larguísimos, vuelven a quienes lo escuchan más hábiles y por tanto no es necesario afligirse por su longitud.

Ya se había separado al rey de las múltiples artes afines y en lo que respecta a los rebaños.

Por ello, un séptimo lugar debe ser otorgado a lo que está en íntima relación con el cuerpo y la salud.

Por otra parte, encontramos aquellos hombres cuya arte es prestar servicios, precisamente los adivinadores y sacerdotes.

Pues, los que llevan el cargo de rey son quienes celebran los sacrificios más solemnes y consagrados a la tradición.

Puesto que esos criterios no bastan, el fundamental ha de ser la ciencia del gobierno real.

Se plantea primero si es posible que sea la democracia, pero una muchedumbre es incapaz de procurarse una ciencia.

Seguidamente coinciden en que el gobierno de unos pocos no posee la ciencia real, a no ser que lo ejerzan conforme a un arte sin importar los caracteres anteriormente mencionados (riqueza y pobreza, existencia o ausencia de leyes, etc.).

El gobernante puede tener en cuenta las desemejanzas de los hombres y ver todos los casos en su momento oportuno.

Así ocurre con el legislador, no podrá atribuir con exactitud a cada uno en particular, por eso la ley le es útil, siguiendo las costumbres tradicionales.

Se exige obediencia a la ley, cuando ésta es el mejor principio, y esto es así en los gobiernos imperfectos.

Si el régimen de un arte ocurre según un código escrito las artes quedan destruidas por la ley volviéndose la vida intolerable.

Pero todavía es preciso distinguir lo que guarda afinidad con ella, tal como se distinguen los metales preciosos del oro, siendo este proceso mucho más difícil.

Por otro, quienes son excesivamente valientes acaban por destruir su ciudad al exponerla constantemente a guerras innecesarias.

Y las leyes son los lazos más divinos que permiten unir las partes de la virtud desarrolladas en sentidos opuestos.

-Y a estos lazos, decía yo que no es nada difícil unirlos cuando sobre o bello y lo bueno se tiene una misma opinión.