Cornelius Castoriadis

Así lo reconoce el propio Castoriadis en una nota autobiográfica en su libro La sociedad burocrática: Luego, se trasladó a Francia en 1946, cuando estalló totalmente la guerra civil en su país.

Ahí continuó sus estudios de filosofía en el Instituto de Francia y se unió al Parti Communiste Internationaliste (PCI), donde conoció a Claude Lefort, creándose así el famoso grupo Socialisme ou Barbarie, en el cual se llegó a relacionar con figuras tales como Edgar Morin, Henri Lefebvre, Jean-François Lyotard, Gérard Genette, y Guy Debord, entre otros.

Para ese mismo año, Castoriadis comenzó a trabajar como economista en la OCDE, situación que lo obligó a escribir bajo varios pseudónimos, entre los que destacaron, Pïerre Chaulieu, Marc Coudray, y Paul Cardan —este último el más usado—.

[4]​ A raíz de esta reflexión, se propuso la disolución del grupo, lo que se concretó en 1966, iniciándose así el proceso de transición de Castoriadis al segundo momento o segunda etapa, ya que fue en esta época cuando se separó de Socialismo o Barbarie (1966), se casó con Piera Aulagnier, y vivió los acontecimientos del Mayo francés (1968), abandonando el EFP y participando en la creación del Quatrième groupe (1969).

Esta transición terminaría por ubicar a Castoriadis en el estudio del imaginario, periodo en el cual desarrolló la mayoría de sus conceptos más importantes; precisamente así lo reconoce un estudio biográfico: Su influencia sobre el Mayo francés es considerada como de «inspiración espiritual», reconocido públicamente por Daniel Cohn-Bendit, y ligado a la famosa frase «La imaginación al poder», lo que para Fernando Savater es una transcripción casi 'literal' del último artículo de Castoriadis en Socialisme ou Barbarie.

[6]​ Al mismo tiempo que definía su campo de acción, se distinguió por su alejamiento con otras escuelas francesas 'pre' y 'post' Mayo del 68, cuando en 1976 escribió en Topique, a partir del libro Un destin si funeste de François Roustang, un largo artículo criticando el pensamiento estructuralista, tanto en las versiones de Michel Foucault, Roland Barthes, Louis Althusser, Gilles Deleuze, y Félix Guattari, como respecto del método y posturas lacanianas.

Durante su trayectoria en la École, impartió seminarios (entre 1980 y 1995) sobre la «creación humana», constituyendo una constante actualización de sus reflexiones, los que deberían terminar de expresarse en La creación humana, obra que no pudo terminar.

Principalmente se expresa en el seno de la revista (1948-1965), y se termina de plasmar en la publicación de los artículos revisados y extendidos en varios libros, a saber, La Société bureaucratique (dos tomos, 1973), L’Expérience du mouvement ouvrier (dos tomos, 1974), Capitalisme moderne et révolution (dos tomos, 1979), Le Contenu du Socialisme (1979) y La Société française (1979).

La Cité et les lois – Ce qui fait la Grèce 2, 2008), todos en edición de Enrique Escobar, Myrto Gondicas y Pascal Vernay.

Asimismo, parte de esta etapa ha quedado plasmada en otras obras fuera de colección (Devant la guerre – tome 1 : les réalités, 1981; De l’écologie à l’autonomie —con Daniel Cohn-Bendit—, 1981; La Brèche: vingt ans après —sobre el Mayo francés—, 1988; Post-scriptum sur l’insignifiance, 1988; Une Société à la dérive : Entretiens et débats 1974-1997, 2005; y Fenêtre sur le chaos, 2007).

Todas las sociedades construyen sus propios imaginarios: instituciones, leyes, tradiciones, creencias y comportamientos.

Es así como a lo largo de su obra, Castoriadis proporciona numerosos ejemplos: Se debe diferenciar del término homónimo que habitualmente circula, que es sinónimo de representaciones sociales más comúnmente usado el Ciencias Sociales como lenguaje corriente, así como del término imaginario de Jacques Lacan.

Por otro lado, esta el teukhein, que es la dimensión identitaria, funcional e instrumental del quehacer social, de la creación; viene del techne-técnica, lo que significa reunir-adaptar-fabricar-construir, es el componente ineliminable de la acción social.

Simétricamente, el modo de producción capitalista y el universo de explotación capitalista no son encarnaciones degeneradas de una buena teoría del mercado, sino creaciones imaginarias y reales que acabaran por hundirse, y ningún gobierno podrá decir ¡bueno, reiniciemos el capitalismo evitando los fallos del pasado!.

Para él, hasta el presente las sociedades han sido heterónomas, han construido sus imaginarios atribuyéndolos a alguna autoridad extrasocial: Dios, los Antepasados, la Necesidad histórica, es decir, que las sociedades heterónomas no se dan cuenta de que las instituciones son autoconstruidas.