A los agentes británicos desplegados en Grecia se les encomendó la tarea de dañar al ELAS.
A pesar del acuerdo de Varkiza, antiguos colaboradores y milicianos monárquicos se constituyeron en fuerzas políticas presentes en las elecciones.
Posteriormente, organizaron grupos paramilitares que participaron en la implantación del terror blanco en las zonas anteriormente controladas por el ELAS.
Por otra parte, el DSE pidió activamente apoyo militar y económico a la URSS pero Iósif Stalin rehusó concederlo pues ya desde 1945 el gobierno de Stalin confiaba en que el KKE podría dominar Grecia solamente mediante un "golpe de mano" violento y oportuno, pero consideraba que sería imposible conseguir tal meta tras desarmarse el ELAS en 1946 y menos todavía en una guerra civil donde Gran Bretaña y Estados Unidos ayudarían sin reservas a los monárquicos griegos –en tanto que Stalin estaba convencido de que ambos países no abandonarían su influencia en Grecia– por lo cual el apoyo militar la URSS al DSE fue muy reducido.
Ante ello el régimen soviético insistió en que el DSE cesara el combate y sus fuerzas se replegaran a Yugoslavia.
Tal planteamiento de Stalin disgustó al mariscal Tito, quien insistía en que el DSE debía seguir luchando en suelo griego, acusando a la URSS de poner en riesgo a Yugoslavia permitiendo una Grecia anticomunista y hostil en su frontera sur.
La ruptura Tito-Stalin causó una severa crisis en el KKE en el otoño de 1948, pues sus jefes máximos mantenían firme lealtad a la URSS pero eran conscientes de que prescindir del apoyo yugoslavo sería desastroso, más aún cuando el DSE poseía bases de libre acceso en Yugoslavia, que no podrían ser reemplazadas por hipotéticas bases en las más lejanas Albania o Bulgaria, mientras que simultáneamente Yugoslavia llamaba al DSE para continuar la lucha en Grecia y la URSS le presionaba para abandonarla.
Tras el cierre de la frontera yugoslava, las tropas del DSE siguieron operando desde bases en Albania, cuyo gobierno no podía aportar una ayuda militar comparable a la de Yugoslavia, pero los mensajes desde la URSS insistieron ahora con mayor firmeza en cesar la lucha y evacuar.
En paralelo, la represión política del gobierno derechista de Papandreu fue muy severa con los militantes del DSE que no pudieron huir de Grecia: hasta 100 000 personas quedaron en prisión hasta la década de 1950 en diversas cárceles situadas en las islas del mar Egeo, mientras que cualquier expresión política socialista o comunista, fuera en partidos políticos, sindicatos, o prensa, fue perseguida ferozmente.