No nombra apenas a la Ekklesía (Asamblea del pueblo) (órgano deliberativo y legislativo, fundamentalmente) y a los tribunales, ya que no plantean dificultades al respecto, sin embargo, cita un gran número de principios relativos al ejercicio de las funciones públicas:[8] Aristóteles no incluye en el término archai a todos los que ejercen responsabilidades públicas sea cual fuere su método de designación: a los sacerdotes, los coregos, los heraldos públicos y los embajadores no los considera archai en sentido estricto.
[21] No obstante, en otros pasajes hace una distinción entre los magistrados y el Consejo.
[24] En la Antigua Grecia hubo un gran debate para saber si era mejor elegir a los magistrados o sortearlos.
[29] La norma, según la cual los magistrados debían ser elegidos entre las tres primeras clases «solonianas» aún estuvo vigente en el siglo IV a. C. aunque según el autor danés, Mogens Herman Hansen, de facto no se aplicaba.
Los designados por la Asamblea ateniense[31] y, en casos excepcionales, por las asambleas de las diez tribus eran elegidos en votación a mano alzada.
El pueblo podía escoger mediante este método 1100 personas anualmente: 500 miembros del Consejo y otros 600 magistrados.
En suma, hay que contemplar tres procedimientos diferentes: Los arcontes eran elegidos en dos tiempos: primero; cada tribu sorteaba diez candidatos en su propia asamblea;[40] segundo, cada grupo de diez era sometido a un segundo sorteo, centralizado en Atenas y que determinaba el grupo final de los diez, uno por tribu, que serían los nueve arcontes y los secretarios tesmótetas.
Probablemente, los candidatos que no habían sido elegidos tenían la posibilidad de presentarse a los sorteos siguientes.
[55] La elección no era considerada antidemocrática, puesto que todos los ciudadanos podían votar y cada uno de ellos era en teoría elegible.
Los funcionarios financieros que empezaban a desempeñar sus funciones un mes después del comienzo del año, esto es, después de las fiestas de las Panateneas,[55] eran elegidos probablemente más tarde que los estrategos.
[67] Todo ciudadano de pleno derecho podía ser propuesto y elegido en ausencia:[68] aceptar su elección a un cargo era el deber de todo ciudadano, pero si había sido propuesto contra su voluntad, estaba autorizado a declinar su elección declarando bajo juramento que tenía una excusa legítima.
A partir de que diez candidatos se habían asegurado ya la mayoría, los candidatos suplementarios solo podían ser propuestos contra uno de los que habían sido ya elegidos, y el voto se disputaba entre esos dos.
[78][79] Cuando la democracia fue restaurada en 403/402 a. C., los atenienses restablecieron el salario de los tribunales,[80] del Consejo y poco después lo crearon para la Asamblea (Ekklesía),[81] pero en ningún momento volvieron a cobrarlo los magistrados.
Así pues un colegio administraba colectivamente; pero había una inadecuación entre esta gestión y el sistema legislativo ateniense, fundado en la responsabilidad individual, hasta el punto que solo un individuo podía ser acusado ante un tribunal, y no un colegio de magistrados.
[93] Era frecuente que las leyes y decretos atribuyeran una tarea específica a un único miembro del colegio.