Philip Wayne Powell en su libro Tree of Hate (1971) define la leyenda negra española básicamente como la creencia de que:
Para el filósofo Julián Marías, la leyenda negra española es un hecho extremadamente inusual a lo largo de la Historia Universal, y la describe del siguiente modo:
Según William S. Maltby la leyenda negra española se sustenta sobre hechos reales que, aunque comunes a las demás naciones, han sido totalmente distorsionados en el caso de España:
Los hidalgos españoles empiezan a tener fama de «rudos, ignorantes, sin intereses intelectuales» y ridículamente ceremoniosos.
[53] Sin embargo, no sería hasta la guerra de Esmalcalda cuando se propagarían estas opiniones entre el pueblo germano.
Tras la llegada a América en 1492, surgió en la Corona de Castilla un debate sobre la forma en que debían ser tratadas las poblaciones indígenas.
Por otra parte, servían de argumento a las potencias rivales para negar por razones morales el monopolio ibérico en América.
Se atribuye a Encinas un segundo libro, publicado bajo el seudónimo Dryander, titulado Les principaux instuments du Seigneur pour maintenir le vrai christianisme renaissant de notre temps en Espagne, publicado en Basilea o Ginebra entre 1560 y 1565, en el que menciona con mayor precisión algunos casos de protestantes perseguidos por la Inquisición.
Desde el exilio, Pérez, que se identificaba con los enemigos del rey y de Castilla en Aragón, publicó varios tratados criticando a Felipe II.
[80][81] Después del primer entusiasmo, Pérez pasó a ser ignorado, pero sus escritos fueron empleados más tarde por otros autores.
[82] Las Relaciones fueron traducidas al inglés y publicadas en 1715 en Londres, posiblemente bajo influencia del gobierno, en una época en la que Inglaterra seguía una política agresiva contra España.
En el texto se encuentran muchos de los elementos que se repetirán más adelante: cualquiera puede ser juzgado por cualquier nimiedad, la Inquisición no puede equivocarse, los acusados lo son a menudo por dinero, envidia o para ocultar acciones de la Inquisición, si no encuentran pruebas se inventan, los prisioneros son aislados sin ningún contacto exterior en calabozos oscuros donde sufren horribles torturas, etc. Foxe ya advertía que la funesta institución podría introducirse en cualquier país que aceptara el catolicismo.
[86] Es en los Países Bajos donde todos los hilos mencionados se unen por primera vez en uno de los ataques propagandísticos más violentos contra el imperialismo español.
[103] Inglaterra, que veía con simpatía la revolución de los Países Bajos e incluso llegó a enviar tropas en 1585, era terreno fértil para los panfletos holandeses.
[110] Muchos panfletos conjeturaban lo que habría pasado si las tropas españolas hubiesen invadido efectivamente el país, dando rienda suelta a imágenes de látigos, cadenas y torturas.
El historiador Ronald Hilton ha dado mucha importancia a este tipo imagen de España del siglo XVIII.
[142] Diversos autores visitaron España para experimentar por sí mismos ese «Oriente en Occidente», de entre los que se puede mencionar a Théophile Gautier, Próspero Mérimée, George Sand, George Borrow, conocido como «Jorgito el Inglés», Alfred de Musset, Alejandro Dumas padre, al que se ha atribuido la frase «África comienza en los Pirineos»,[nota 29] Alejandro Humboldt, Walter Scott y Rafaello Sabatini.
[nota 30] Hacia 1800 las ideas de la Ilustración francesa, con su anticlericalismo, su escepticismo y sus logias masónicas, habían sido asumidas con entusiasmo entre los intelectuales americanos.
[148] Esta mentalidad antiespañola se mantuvo durante el siglo XIX y parte del XX entre las élites liberales, que consideraban la «deshispanización» la solución a los problemas nacionales.
En particular, Gabriele Pepe denunció lo que a sus ojos había sido el expolio y la corrupción del sur de Italia "bajo los españoles".
We heard him tell They will knife and lie and cheat At the board of none Of that swarthy horde Would I deign to sit and meat [sic] They held it not That I bled and fought When Spain was their ruthless foe O, who will follow Old Ben Miliam Le oímos decir Que (nos) apuñalarán y mentirán y engañarán En ninguna mesa De esa horda de piel oscura Me dignaría a sentarme y comer (o bien, conocerlos Ellos no lo reconocen Que sangré y luché Cuando España era su despiadado enemigo Oh, quién seguirá al viejo Ben Milam Tras la guerra de Cuba, los Estados Unidos se vieron como gran potencia, que incluso había conseguido plantar cara a Gran Bretaña con éxito en 1895, durante el conflicto fronterizo con Venezuela por la Guayana Esequiba.
[180] Este paralelo entre la leyenda negra y el antiamericanismo, que no se reduce a Hispanoamérica, ha sido expresado por William S. Maltby de la siguiente manera:
Desde Inglaterra, Thomas Stapleton publicó en 1592 Apologia pro Philippo II, contra varias et falsas acusationes Elisabethae Anglial Reginae y el jesuita padre Gerard escribió Mártires de la Inquisición inglesa, que tuvo que esperar a 1984 para ser publicado; se les puede añadir los escritos de Antonio Sherley.
Durante el siglo XVIII los intelectuales españoles respondieron de forma beligerante a las críticas que llegaban desde Francia.
[209][210] Pero fueron Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez los primeros autores en dar a la expresión el sentido en que abundó Juderías.
La historiografía romántico-liberal se extendió al siglo XX a través de obras críticas con la Inquisición, sobre todo las del alemán Schäfer (1902) y el estadounidense Henry Charles Lea.
El hispanismo se fue haciendo más conservador y la corriente liberal también evolucionó considerablemente en sus premisas en las primeras décadas del siglo, potenciándose los estudios socioeconómicos.
Tres años más tarde, en 1968, William S. Maltby estudiaba en profundidad la leyenda negra en Inglaterra en su The Black Legend in England.
[226] La ofensiva conservadora se mantuvo durante la década de 1950 con historiadores como Vicente Serra, Rosemblat, Lohmann o Chevalier.
[238] La leyenda negra se ha convertido en España al mismo tiempo en un fenómeno editorial y en una trinchera de la llamada batalla cultural.
Tenia este esta costumbre, que cuando iba á hacer guerra á pueblos ó provincias, llevaba de los ya sojuzgados indios cuantos podía, que hiciesen guerra á los otros; y como no les daba de comer á diez, y á veinte mil hombres que llevaba, consentíales que comiesen á los indios que tomaban, y así habia en su real solenísima carnicería de carne humana, donde en su presencia mataban los niños y se asaban, y mataban el hombre por solas las manos y piés, que tenían por los mejores bocados.