Hermias de Atarneo

Su influencia política se incrementó considerablemente gracias a expediciones militares, hasta obtener la sumisión de las ciudades rebeldes.

[5]​ No obstante, el Estado así creado se encontraba en una posición geopolítica delicada, entre el reino de Macedonia y el imperio aqueménida, receloso de su soberanía desde la época del predecesor de Hermias, Eubulo, que había ya soportado el asedio de Atarneo frente al general persa Autofradates[6]​ (sin duda en 359 a. C.).

Corisco y Erasto, miembros de la Academia, se pusieron bajo la protección de Hermias con la recomendación de Platón: en su Carta Sexta,[7]​ el filósofo exhorta a los tres hombres a releer juntos su misiva cada vez que se encontrara.

Hermias concluyó así un acuerdo con Filipo II de Macedonia con vistas a garantizar su posición política en Asia Menor; este tratado, del que Demóstenes[9]​ conocía la existencia gracias a sus agentes secretos, estuvo revelado a los aqueménidas.

[10]​ En el 341 a. C., Hermias fue hecho prisionero por Mentor de Rodas; llevado a la ciudad de Susa fue sometido a tortura para que revelara los tratados secretos contraídos con el rey Filipo II de Macedonia; guardó estoicamente silencio, no expresando ante el rey de Persia más que una sola promesa: «Dije a mis amigos y a mis compañeros que no haría nada que fuera indigno o contrario a la filosofía».

Hermias de Atarneo.