Los estudios sobre la francmasonería o masonería en Chile son bastante escasos, debido en gran parte a la naturaleza reservada de la institución y su manifiesta reticencia a abrir sus archivos al denominado «mundo profano».Existe otro libro escrito por Fernando Pino Lagarrigue, que tuvo alguna difusión, orientado a ponderar la importancia de la masonería en la secularización de la sociedad chilena, y es bastante parca la información sobre su desarrollo interno.En el caso de Colombia, Reyes Cárdenas (2009) hace una revisión sobre los enfoques historiográficos sobre la guerra independentista en ese país.Por ello es esencial, al principio, no reducir movimientos diferentes a un denominador común.[4] Los primeros vestigios aparentes de actividad francmasónica en el territorio chileno, entonces denominado «Virreinato del Perú», aparecen en torno al año 1770; y se cree que funcionaban algunas logias en el territorio.[6] La primera filial de la logia se estableció en Cádiz, España, en el año 1811, con el nombre de Logia Lautaro, en honor al toqui o caudillo mapuche Lautaro,[7] que llamó a su pueblo a sublevarse contra los conquistadores españoles en la Gobernación de Chile en el siglo XVI.Así destaca la presencia de personajes como Isidoro Errázuriz, José Victorino Lastarria, Pedro Nolasco Videla, Guillermo Puelma, Agustín Edwards Ross, Diego Barros Arana, Guillermo Matta, Eduardo de la Barra, Jerónimo Urmeneta, Abraham König, Ángel Gallo Goyenechea y el Presidente Aníbal Pinto.Con este reglamento, el Senado perdió su carácter representativo, transformándose en un organismo meramente consultivo.Su creación contribuyó a la gestación de grandes políticas nacionales en los más diversos ámbitos y, gracias a su influencia, los períodos históricos más conflictivos pudieron ser mitigados en alguna medida.Sin embargo, el 15 de noviembre del mismo año, Carrera dio un segundo golpe, que mantuvo formalmente el Congreso, pero estableció un triunvirato integrado por José Gaspar Marín (por Coquimbo) y Bernardo O'Higgins —como suplente de Rozas— por Concepción pero encabezado por Carrera (por Santiago), dando así comienzo a la controversia sobre sus motivaciones e intenciones.El 20 de noviembre hizo circular un panfleto anónimo que dice que ese Congreso sufría de la «nulidad más imaginable» por cuanto para su formación, «no se había consultado la voluntad libre del ciudadano y atropallado la representación general» .[12] Sin embargo, en un «Manifiesto» circulado en las provincias y fechado el 4 de diciembre del mismo, argumenta que la convocación al Congreso mismo había sido inoportuna, por cuanto el país no estaba preparado para tener ese tipo de instituciones.Finalmente, en su diario militar revela que el propósito era deponer lo que el consideraba la preponderancia de la familia Larraín: «Ya no podíamos conformarnos por más tiempo con la dominación de la casa.Carrera nos da, en su diario militar, sus razones: «Los hombres que componían el Congreso, en su mayor parte ignorantes, asesinos y últimamente dirigidos por uno o dos perversos, fue el motivo que nos determino a su deposición».Carrera agrega en su diario[16] «Para evitar los males con que nos amenazaban las juntas de Concepción y Valdivia, era preciso tomar medidas sagaces y activas; asegurada Concepción, nada costaba sugetar a Valdivia.Pierre Magnan nunca habría sido iniciado en la masonería, lo que generó un estado de anarquía en toda la Francmasonería francesa.Inicialmente, la Gran Logia de Chile regía tanto la masonería simbólica como la filosófica.A finales del siglo XIX el masón Eduardo de la Barra, estableció mediante Cartas Patentes concedidas en Argentina, un Supremo Consejo del Grado 33.º, para administrar los grados filosóficos, mientras que la Gran Logia ejercía la jurisdicción en los talleres simbólicos.Recompondrá sus cuadros dirigentes y, cerca de 1950, tendrá unas 90 logias trabajando en Chile.[nota 2] Los masones chilenos eran miembros de las emergentes clases medias altas, de espíritu laico y emprendedor, que adscribían a los ideales políticos del liberalismo radical y el socialismo, encontrándose entre ellos ingenieros, médicos, abogados, profesores, medianos empresarios, comerciantes, altos funcionarios públicos, políticos y miembros de las Fuerzas Armadas.[21] La masonería, dentro del período de estudio, se preocupó por crear, sostener y dirigir escuelas, de entregar a los sectores subalternos conocimientos necesarios para cambiar su realidad en la cual estaban inmersos.[4] Si bien la masonería no tiene posición política contingente, tradicionalmente se ha asociado al «Progresismo», es decir, a doctrinas filosóficas, éticas y económicas que persiguen el «progreso integral del individuo» en un ambiente de libertad, igualdad y fraternidad.Esta Obeciencia, establece sus ideas en Maria Deraismes, quien el 14 de enero de 1882, sería la primera mujer iniciada en la Francmasonería francesa,[24] y obviamente, con el controversial revuelo que este acto conllevaría.En las siguientes décadas la Federación Chilena de "Le Droit Humain" prosiguió su desarrollo hasta el año 1954, donde un movimiento separatista liderado por los HH.·.Leonidas Durán en Santiago, y Daniel Fried en Valparaíso, decide constituir la "Gran logia Mixta de Chile", con carácter nacional, independizándose del Supremo Consejo del Grado 33 de la Orden Masónica Mixta Internacional "Le Droit Humain" con sede en Francia.En enero de 1960, Carlos Francisco Blin Arriagada, amigo y discípulo del francés masón Robert Ambelain, —a quienes les unía la Orden Martinista—,[25] le solicita lo ayudase con los decretos y patentes francesas necesarias para dar forma a este nuevo Oriente Chileno.[26] No pudiendo ocultar su sorpresa por tal petición, Ambelain le sugiere a Blin, se contacte en Santiago también con otro Martinista de nombre Antonio Quezada Urzúa —quien por ese entonces estaba formando dos Logias en la Capital de Chile—.Tanto en Chile como en todo el mundo, las Obediencias masónicas establecen acuerdos de mutuo reconocimiento y relación entre ellas.
En el siglo
XIX
, certificados como éste se emitían con regularidad para que los masones pudiesen demostrar que habían tomado los tres grados de la masonería en una logia regular.