Revolución del 5 de septiembre de 1811 en Concepción

[1]​ Sin embargo, Rozas era un hombre no muy querido por la aristocracia santiaguina y cuestionaba una serie de acciones que éste había realizado a lo largo del último año, como lo era el escándalo del Scorpion, su estrecha alianza con Álvarez Jonte y su presumible responsabilidad en el motín de Figueroa.

Se les reprochó también la oposición de estos diputados a que Concepción tuviera un cupo en la conformación del Poder Ejecutivo, por lo cual los asistentes al Cabildo sintieron que la confianza depositada en sus diputados fue traicionada y en el acto le quitaron los poderes a sus representantes.

[5]​ También se acordó dar un plazo de cuarenta días para que los ya exdiputados compareciesen ante el Cabildo y expusieran su conducta.

Sin embargo, en la práctica el único que se incorporó al Congreso fue el padre Orihuela.

Aunque esta Junta no contemplaba un rompimiento con Santiago, si contemplaba adjudicarse amplios márgenes de autonomía, puesto que si bien se declaraba dependiente del superior gobierno representativo que se organice en la capital,[8]​ a la vez tendría la autoridad de un gobernador intendente y podría proveer todos los empleos de la provincia.

Sin embargo los realistas que habían asistido al Cabildo (al parecer pocos) se negaron a adscribir a dicha acta, destacando entre ellos el Obispo Martín de Villodres.

[11]​ Posteriormente, a inicios de 1812 la situación se polarizo tanto que casi hubo un enfrentamiento bélico entre Santiago y Concepción.

Anteriormente, el caudillo envió al capitán realista Pablo Asenjo a Valdivia, donde conspiró para derrocar a la junta local y nombrar al coronel Francisco Ventura Carvacho Goyeneche como gobernador en nombre de Carrera y el rey.

Sin embargo, esto permitió al virrey peruano José Fernando de Abascal contar con una base segura para la expedición del brigadier Antonio Pareja, iniciando la reacción monárquica (algo que ni la invadida España ni los realistas chilenos podían hacer solos).

Juan Martínez de Rozas fue durante mucho tiempo el líder de la facción exaltada. Sin embargo, el continuo desgaste de su figura y la incapacidad de torcerle la mano a la mayoría realista y moderada, lo hicieron desistir de continuar la lucha política en Santiago y por ello viajó a Concepción.
Fray Joaquín Larraín , al mando de la Casa Otomana , desplazó a Rozas como líder de la facción exaltada.
Martínez de Rozas marchó hasta Concepción para promover sus ideas exaltadas. En esta ciudad su discurso tendrá gran aceptación y el día 5 de septiembre se llevaría a cabo un Cabildo Abierto rechazando a los doce diputados por Santiago.