Mango Inga Yupangui[nota 1] (Cuzco o Tiahuanaco, circa 1515 - Vilcabamba, circa 1545), también conocido modernamente como Manco Inca o Manco Cápac II, fue un noble inca, militar, político, líder de la resistencia y primer soberano del reino independiente de Vilcabamba.
[8] Aunque, según el historiador José Antonio del Busto, Manco Inca nació en 1514 en Tiahuanaco.
Fue por esta razón por la que Manco Inca se vio obligado a huir evitando cualquier contacto con los atahualpistas.
Cuarenta jinetes cargaron hacia adelante, pero contrariamente a sus suposiciones, se vieron envueltos en una batalla tan amarga que puso en peligro sus propias vidas.
Los rumores, que cuestionaban su lealtad, sin embargo, comenzaron a circular entre los españoles y Pizarro quiso ver con claridad.
Los puentes habían sido quemados y la corriente no se podía cruzar de ninguna manera.
Fueron necesarios veinte días de esfuerzo inhumano para que los ingenieros incas pudieran construir un nuevo puente.
Manco, sin embargo, no estuvo entre los que cruzaron el río a principios de marzo.
Esta vez, Manco Inca y los españoles prefirieron dejar ir a su temido enemigo sin molestarlo.
[15] Finalizada la guerra contra los que acabaron con su panaca, se esperaría que existiese armonía entre el Inca y los españoles, sin embargo la realidad fue diferente cuando los hermanos Pizarro se nombraron a sí mismos gobernadores del Cuzco.
Pronto el nuevo monarca se dio cuenta del craso error de confiar en los peninsulares por la serie de las siguientes razones: En una ocasión Gonzalo Pizarro, incómodo al ver que su hermano Francisco se había casado con una ñusta y él no, fue a pedirle a Manco Inca que le dé a su propia esposa para poder emparentarse con la nobleza incaica.
Sin embargo, cuando Pizarro regresó a Lima, sus hermanos menores (Gonzalo y Juan) continuaron hostilizando al Inca, poniendo en crisis el modelo político de monarquía compuesta que buscaba la Corona española pues necesitaban un Inca para consolidar el poder político y social español.
No obstante, sus planes fueron descubiertos por los colaboracionistas y fue hecho prisionero nuevamente a mediados del año 1535.
Mientras seguía prisionero Manco Inca, llegó a la capital imperial el conquistador Hernando Pizarro, incipiente teniente gobernador general del Cuzco, quien prontamente lo puso en libertad en febrero de 1536, aunque sin que pudiera salir de la ciudad.
El monarca escondió su ira y se mostró resignado ante el español, al cual en señal de agradecimiento le regaló una vajilla, estatuas, vigas del Coricancha y aríbalos, todos hechos enteramente de oro.
Asimismo, se le unieron varios pueblos que sí reconocían las virtudes del estado incaico en su favor, e incluso un español.
Hernando Pizarro, irritado por el incidente del que se sentía responsable, había enviado a Calca a su hermano Juan Pizarro, con un pelotón de setenta jinetes para resolver de raíz cualquier posible rebelión.
Quieren repartir, como han comenzado, todas las provincias, dando a cada uno de ellos una para que siendo señor la pueda robar.
Fue un chasqui del Cuzco quien llegó a gran velocidad para revelar el verdadero alcance de la rebelión.
La fortaleza parecía inexpugnable, pero el valor de la desesperación ayudó a los españoles, quienes para llegar a las murallas simularon salir del Cuzco y luego dieron media vuelta para atropellar por el lado más indefenso.
Posteriormente también los contingentes españoles enviados para hacer frente a los indígenas armados se habían encontrado con una situación inesperada y muy peligrosa.
El adelantado, como se llamaba al socio de Pizarro, había perdido muchos hombres, pero todavía tenía mucha fuerza y ciertamente no estaba animado por buenas intenciones hacia los Pizarro que ocupaban el Cuzco.
Era un lugar agreste, no muy lejos del Cuzco y provisto de infranqueables defensas naturales.
El soberano logró salvarse a medida, pero tuvo que dejar todos sus tesoros en manos de sus enemigos.
La triste experiencia convenció a los incas de la necesidad de establecer su residencia en un lugar más protegido que Victos y, para ello, se eligió el lugar denominado Vilcabamba, el más cercano a la zona tropical.
Acosado por sus enemigos, Manco Inca hubo de echarse al río y atravesarlo a nado, ganando la otra orilla para gritar a sus burlados adversarios desde ella: «Yo soy Manco Inca, yo soy Manco Inca», para desconcertarlos y que lo dejasen de buscar, pero no pudo impedir que capturen a su esposa la Coya y al general Cusi Rimanchi.
Estando en Victos llegaron siete almagristas sobrevivientes de las Salinas, suplicando servir al Inca a perpetuidad si este protegía sus vidas.
Aceptó Manco Inca a tomarlos como vasallos para aprender mejor los usos de la guerra entre los españoles, por lo que pronto se supo que ningún indio los debería tocar siendo establecidos como criados y amigos del Inca.
Por otro lado, sin embargo, no podía dejar pasar una posible oportunidad de intervenir, si las circunstancias lo permitieran.
[20] Manco Inca sobrevivió unos cuantos días en agonía y entre las últimas conversaciones que tuvo con su hijo se encuentra este mensaje: Le sucedió su segundo hijo, Sayri Túpac, quien renunció y dejó el trono a su hermano mayor (hijo mayor de Manco Inca) llamado Titu Cusi Yupanqui y cuando este murió le dejó el trono a su hermano llamado Túpac Amaru I.