Algunas crónicas mencionan también los nombres de otros capitanes, como Páucar Huamán, Yanqui Yupanqui, Hualpa Roca, Apu Siloalla y Allín Songo Inca.
Sin embargo, Lima, estaba en la llanura y para atacarla habría sido necesario enfrentarse al enemigo en campo abierto.
Quizu Yupanqui era consciente de esta dificultad y, en primer lugar, se preocupó por obtener la ventaja del número.
A los españoles no les pareció real encontrarse con el enemigo en campo abierto y de inmediato salieron improvisando una carga aplastante.
Posteriormente, las fuerzas de Quizu Yupanqui ocuparon las pequeñas colinas circundantes y se dispusieron a fortificarlas con gran energía haciéndolas inexpugnables.
De aquellas fortalezas improvisadas descendieron al valle para enfrentarse a los jinetes españoles, pero no en masa, sino en pequeños escuadrones que se enfrentaban al enemigo uno tras otro, impidiéndole masacrar a los fugitivos y cansándolo inexorablemente.
Los españoles solían aplastar al enemigo con una carga y, posteriormente, despedazarlo mientras huía, estaban desconcertados.
Durante cinco días la lucha se desarrolló de esta manera, entre salidas y contraataques y los españoles se dieron cuenta de que les sería difícil haber vencido a un enemigo tan astuto.
Los demás jefes incas que acompañaban a Quizu sufrieron la misma suerte.