En filosofía, la esencia de una cosa es aquello invariable y permanente que constituye su naturaleza.[2] Οὐσία es un sustantivo verbal derivado del verbo εἶναι (eïnai), el cual significa «ser».De la misma manera, essentia deriva del verbo latino esse, que también significa «ser».[4] En la filosofía tradicional la esencia ha sido considerada como la propia e indisoluble identidad de las cosas frente a la apariencia fenoménica de la experiencia, lo que situaba a la esencia en una realidad metafísica.Así pues definimos: La ciencia considera las propiedades que se manifiestan en la experiencia o experiencia posible, como predicados de un conjunto de individuos que tienen dicha propiedad en común; es decir una clase lógica.[7] Platón consideró la "esencia" según el segundo sentido señalado en la introducción, como ίδέα (idea) o forma eterna e inmutable de las cosas materiales y sensibles con un sentido metafísico, realista y trascendente.Esta identidad son predicados que están indefectiblemente unidos a la sustancia primera en su devenir existencial.Pero en Latín ούσία se tradujo mediante el término hipóstasis como sustancia primera.Mediante esta traducción se puede confundir entonces el ser, ESSE (de la sustancia primera) y el ESSE (de la sustancia segunda) como proviniendo ambos sentidos del mismo principio.Natura en cuanto constituye al ser como principio causal de la creación.[11] La reintroducción del pensamiento de Aristóteles en occidente a través de los árabes, siglo XI, abre nuevas perspectivas y plantea diversos problemas: La utilización del término esencia, a partir del infinitivo latino “esse”, tal como introdujo San Agustín, suscita diversos problemas al aplicar dicho concepto a Dios.Esto adquiere especial relevancia al recuperar el pensamiento aristotélico a partir del siglo XI.Los escolásticos la trataron con mucho detalle, pues consideraron la esencia en tres modos posibles: en la cosa, en el concepto y en sí misma valorándose de una u otra forma según se subrayara un aspecto u otro de la cuestión.Por ello la lógica de Port Royal hará una distinción entre atributos y modos en cuanto a los predicados.En el dominio del conocimiento, esta distinción significa que la esencia es la condición de posibilidad de la definición y del concepto, pues lo que es una cosa es para ella necesario e idéntico a sí mismo.Las categorías para que puedan ser aplicadas al objeto como conocimiento en cuanto tal, necesitan de una síntesis entre los datos de la experiencia sensible y algo que sea homogéneo con la propia categoría.[23] La escisión Naturaleza-Espíritu, entendido este último como auto-conciencia, como capacidad de “ser para sí”, (que se manifiesta en la raíz indudable del pensamiento cartesiano: “pienso, luego existo”), establece sin duda alguna la primacía del espíritu en los diversos idealismos.[24] Hegel lleva a cabo la ingente tarea de mostrar una síntesis entre la oposición naturaleza-espíritu; sujeto-objeto; yo (conciencia)-mundo; experiencia-ciencia; necesidad-libertad.[27] La esencia no consiste en algo negativo (que no-es pero es posible, es decir como algo exterior al ser), sino como lo que hace posible el movimiento propio, infinito, del ser.Castelli, § 399)[32] de modo que nacemos con la presencia y con la visión del ser posible (§ 468).[33] De esta forma, considera Rosmini, que el mundo se hace inteligible.Por ello son posibles las aplicaciones de la idea del ser como esencias a lo real (§ 1137 y ss.).[1] Santayana no pretende encontrar ni fundamentar una verdad absoluta, sino una verdad basada en un sistema específico, sea éste la ciencia, la religión o la filosofía.No obstante señala el primado de la ciencia en su sentido más cercano a la tradición materialista y empirista sajona.Pueden ser: La diferencia entre esencias formales y materiales no consiste en su naturaleza sino en el campo de su aplicación.[1] Especial relevancia ha tenido el existencialismo como desarrollo del análisis fenomenológico de la conciencia.[47] Formado en el positivismo combate los postulados del mismo, considerando que no hay fundamento alguno privilegiado de nuestro conocimiento ni principio alguno de verificación fijado y determinado, ni aun siquiera los datos sensoriales.Las percepciones e interpretaciones de la realidad sobre las que construimos nuestras evidencias no nos permiten afirmar que una sea la verdadera y las demás "falsas", como suele considerar la conciencia no crítica o las explicaciones feroces.No es posible una afirmación fundacional al tipo del realismo metafísico como si fuera un punto de vista desde la divinidad que nos permitiera una concepción del mundo y cualquier otra pretensión en este sentido, tipo positivista-relativista o realista-materialista.Tales designadores rígidos son los nombres tanto propios como comunes, lo que le permite hacer una revisión de conceptos tales como identidad; propiedad; a priori-a posteriori; analítico-sintético; necesidad y posibilidad.
Dios y la Creación en la Filosofía cristiana
El mundo es una máquina que se rige por leyes necesarias y mecánicas