Durante la guerra civil española el matrimonio marchó a París, donde permaneció hasta el fin de la misma.
En esa ciudad, Zubiri trabajó en Física con Louis de Broglie y Filología con Émile Benveniste.
Al acabar la guerra regresó a España, y aceptó la cátedra de filosofía en Barcelona.
Entre sus discípulos y colaboradores pueden citarse a: María Zambrano, Pedro Laín Entralgo, Diego Gracia Guillén, Ángel Jubera, Julián Marías, Jorge Eduardo Rivera —traductor de Ser y tiempo al castellano—, Antonio Ferraz e Ignacio Ellacuría, colaborador en la redacción y heredero de su obra.
Esto sería la «aprehensión primordial de la realidad» la cual es realizada por una inteligencia sentiente (es decir, que une lo intelectivo con lo sensorial).
Desde estos dos momentos posteriores, el hombre hará un ensayo de lo que pueda ser la realidad allende la aprehensión.
Concepción del hombre de Zubiri: basada en los presupuestos antropológicos escolásticos, los cuales toma terminológicamente actualizándolos desde la fenomenología, y con un aporte renovador proporcionado por los aportes científicos de nuestro tiempo.
Zubiri pone la inteligencia como característica principal de las diferencias entre hombre y animal.
La habitud intelectiva se diferencia en su substantividad (unidad de estructuras y funciones).
Este hecho deriva de que la inteligencia humana está abierta a la realidad.
Su planteamiento del problema queda anotado por las siguientes medidas: El ámbito de lo esenciable son las cosas reales y el ámbito de lo esenciado es la realidad simpliciter o realidad verdadera.
Este replanteamiento obliga a distinguir los conceptos tradicionales de la ontología (realidad, ser, ente).
A los atributos trascendentales del ente (unidad, verdad, bondad) Zubiri añade la respectividad.
suidad, mundanidad y respectividad, este último momento siempre conlleva los otros dos.
Su carácter radical admite las dimensiones «última» y posibilitante e impelente, dando al hombre fundamentalidad, actúa como obligación en cuanto a todo plano moral.
Una obligación a aprehender la realidad como le es impuesta por las cosas, pues no cabe alternativa.
Toda búsqueda de fundamento, (en cuanto que intelección con detenimiento) nos presenta ante la principalidad.
Dios no puede ser nunca objeto del hombre, sino en todo caso fundamento.
Tras su muerte se han publicado los siguientes libros, muchos de ellos basados en sus cursos orales: