Ontologismo

Como término técnico del lenguaje filosófico, fue empleado por primera vez por Vincenzo Gioberti.

El vocablo es susceptible de múltiples significados, no todos ellos ligados a la composición literal.

Cabe también emplear el vocablo para expresar no solo la tendencia sino también la doctrina, así se lee en A. Fouillée.

Se comete un abuso terminológico cuando es empleado el término para señalar toda doctrina que admita la posibilidad de una ontología.

En este sentido el ontologismo es una doctrina opuesta al racionalismo cartesiano, ya que el cogito, como intuición, como entimema, o como dato inmediato en la consciencia, no puede ser aceptado como verdad primaria condicionante o determinante de las demás verdades.

Esta pretensión del ontologismo es la que le sirve para organizar el sistema filosófico y para establecer el orden jerárquico de los seres y los grados ascensionales en la tabla de los conocimientos.

Esta aspiración irrenunciable le fuerza a una solución en la que sea sólo Dios el objeto primario y fundante no sólo de la realidad o de lo existente, sino del conocimiento.

La primera especie la forman aquellos filósofos, o teólogos, que al hablar de la inmediata visión de Dios por la mente humana se refieren a la esencia divina, o a Dios en su esencia.

La tercera especie de ontologismo según Zigliara la representa en solitario Antonio Rosmini.

Para no ceder a la fácil tentación de vislumbrar virtualidades de ontologismo en filósofos, místicos o teólogos a los que no cuadraría con justeza semejante atribución, convendrá distinguir atentamente las distintas tesis que comprende el ontologismo descubriendo el núcleo fundamental o esencial que es la clave del sistema.

La polémica antinicena de Eunomio es restrictivamente teológica, y su pensamiento filosófico le adscribe al más simple nominalismo y al agnosticismo, como se aprecia Basilio de Cesarea en su Adversus Eunomium.

Los ontologistas, mirados con sospecha creciente por las autoridades católicas, recibieron un impulso en la obra del card.

Lo que nos es permitido contemplar o asir por intuición inmediata es la esencia divina «en sus relaciones con las criaturas».

Para comprender el penetrante influjo del ontologismo en la historia de la filosofía del siglo XIX hay que tener presente lo que supuso como reacción frente al iluminismo de la Ilustración y como oposición al sensismo.

Aunque no sean coincidentes, el ontologismo es un aliado de la filosofía realista tradicional, porque ambos representan la defensa de las ideas universales y eternas sobre la elaboración psicologista o la reducción asociacionista.

El ontologista que puede ser considerado, con Malebranche, como prototipo del sistema es V. Gioberti.

El ontologismo de Lovaina encontró en A. Lepidi (1838-1922): profesor durante diez años en Lovaina, inauguró la enseñanza con su obra Examen philosophicum-theologicum de ontologismo, y −como maestro dominicano del Sacro Palacio Apostólico−, más tarde, lo promovió tenazmente.

Sobre Rosmini cualquier atribución ontologista sólo puede basarse en un desconocimiento de la bibliografía más reciente, y sobre Gratry en la interpretación abusiva de algunos textos y del espíritu del Oratorio.

No parece correcta la exoneración de ontologismo a Gratry basándola en que «está a cien leguas del error ontologista de Rosmini», como argumenta Julián Marías,[12]​ pues es cabalmente Rosmini el que denuncia como inaceptable la tesis ontologista con trazos más inequívocos que Gratry.

En Italia, por haber sido los pensadores tenidos por ontologistas defensores o paladines del «Risorgimento», y en Francia como reacción al cientificismo que recorre en oleadas intermitentes el pensamiento francés.

Aunque pudiera resultar abusivo colocar en la corriente ontologista a los representantes de la «Philosophie de l'Esprit», es evidente que en alguno se advierten los matices más sutiles del ontologismo malebranchiano.

Desde una perspectiva experiencial, Gabriel Marcel puede ser contado entre los filósofos con relieves ontologistas.

Desde este ángulo de consideraciones, cabe atribuir cierta carga de ontologismo a los filósofos del fideísmo y a los existencialistas cristianos, comenzando por Søren Kierkegaard, aunque esta apreciación crítica no impida que Kierkegaard rechace el argumento ontológico con palabras expresas, y que desconfíe del sentimentalismo fideísta, puesto en circulación por su contemporáneo F. Schleiermacher.

Se reconoce a Vincenzo Gioberti como el primer filósofo en emplear el concepto de ontologismo.
San Anselmo de Canterbury fue el primero en usar el argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios
Nicolas de Malebranche es considerado el principal impulsor del ontologismo