En Bolivia existen alrededor de cuarenta grupos étnicos, que en muchos casos conservan sus tradiciones, culturas e idiomas.
[1] La cultura boliviana ha sido definida por su interesante disposición geográfica, la predominante población indígena y el mestizaje de sus tradiciones ancestrales con los elementos culturales europeos que fueron importados durante el periodo de colonialismo español.
La amalgamación de todos estos elementos han dado como resultado una cultura rica y variada.
En la zona del Altiplano es común ver multicolores, vestidos principalmente confeccionados con lanas de llama, alpaca, vicuña y oveja, que han sido teñidos utilizando colorantes naturales conocidos como anilina.
Estas vestimentas capturan rápidamente la atención de los visitantes quienes, no siendo ajenos a su vistosidad, terminan adquiriendo vestuarios completos.
Aunque la música original andina fue exclusivamente instrumental, las tendencias hacia la popularización han inspirado el añadido de letras apropiadamente trágicas, agridulces o taciturnas.
Ofrecieron conciertos hasta en los lugares más remotos, con actuaciones de danza y teatro.
Se han destacado especialmente Alfredo Domínguez Romero, Chullpa Ñan, El Trío Oriental, Enriqueta Ulloa, Esther Marisol, Gladys Moreno, Grupo Andino, Grupo Cultural Wara, Guisela Santa Cruz, Huáscar Aparicio, Humberto Leytón, Juan Enrique Jurado, Los Andariegos, Los Canarios del Chaco, Los Jairas, Los Kjarkas, Los Masis, Los Quipus, Los Tuta Puris, Maritza Donaire, Negro Palma, Nilo Soruco, Norte Potosí, Rumillajta, Savia Andina, Willy Alfaro Carballo, Yalo Cuéllar, Yanapakuna, Zulma Yugar, Kalamarka El rock boliviano nace en la década de los 70, como consecuencia de la música que recibían como influencia los jóvenes rebeldes de otros jóvenes de países vecinos y también del rock estadounidense.
Este dato puede ser contrastado revisando la discografía del grupo Wara, que además supuso la introducción de instrumentos musicales andinos, creando una nueva forma de sonido llamado psicodélico,[2] pese a que el grupo se mantiene vigente, su conformación se ha modificado en los últimos años.
Las quenas son sencillas flautas de junco que se tocan soplando por un orificio en un extremo.
Tanto las quenas como las zampoñas aparecen en una amplia variedad de tamaños y gamas tonales.
[9] Los investigadores del arte rupestre de Bolivia han definido una cronología preliminar, distinguiendo manifestaciones de los siguientes períodos:[9] Para referirse al arte rupestre en Bolivia se utilizan términos como Peña Colorada, Piedra Marcada o Pintatani (en una mezcla del idioma aimara con el castellano).
Por otro lado, existen nombres que expresan el temor de los vecinos a estos lugares, porque ellos creen que son habitados por el diablo o malos espíritus: Supay Huasi (en quechua, ‘casa del diablo’).
Sus obras muestran personajes idealizados, cuidadosamente estructurados, cuyas actitudes y costumbres nos recuerdan a Miguel Ángel, los rostros, en particular los de la Virgen María, son tan dulces como los de Rafael su colorido es contrapuesto y no es extraño encontrar sombras verdes sobre paños ocres.
Bitti influye notablemente en el arte popular pro la relación que tuvo con los indígenas en Cusco y Potosí.
Si bien está claro que la influencia española es fundamental en Potosí, no sucede lo mismo en el Collao, en donde las composiciones flamencas constituyeron la fuente principal de inspiración.
[10] A fines del siglo XVII, los artistas indígenas y mestizos son cada vez más numerosos.
[10] Los primeros pintores del Collao son Leonardo Flores y el Maestro de Calamarca.
El primero trabaja alrededor de 1684 en los pueblos que se encuentran a orillas del Lago Titicaca, como con grabados flamencos.
[13] Otros artistas importantes son: Manuel Ugalde, José García Mesa y Joaquín Castañón.
Más adelante llegaron Raúl Prada (1900-1991), Mario Unzue (1905-1984) y Armando Jordán (1900-1983) en Santa Cruz de la Sierra.
[12] Aparecen los artistas revolucionarios como Miguel Alandia Pantoja (1914-75), Walter Solón Romero (1925), Alfredo La Placa (1929) con los indígenas y obreros como temas de fondo.
[14] Roberto Valcárcel abrió una nueva senda en este sentido, con obras como "Los Torturados", "Muchachos Equívocos", el Che Guevara o Franz Tamayo hechos con bolsitas de té, valiéndose en gran medida del dibujo.
[14] En 1981 se realiza la primera Bienal Boliviana, organizada por el Grupo Pucara y más adelante surgen pintores como Sol Mateo, Roberto Mamani Mamani, Luis Zilveti, Fernando Rodríguez Casas, César Jordán, Patricia Mariaca, Ángeles Fabbri, Silvia Dáttoli, Juan Carlos Apaza, Ejti Stih, Carmen Torres, Alejandra Alarcón, Fernando Ugalde, Juan Pablo Cortez entre otros.
Las figuras más conocidas se hallan en posición vertical, de pie, con las manos sobre el pecho.
[14] Durante la primera mitad del siglo XX se destacan Epifanio Urrias Rodríguez, Alejandro Guardia, Fausto Aóiz, Emiliano Luján, Hugo Almaráz, Víctor Zapana, el ceramista Manuel Iturri y principalmente Marina Núñez del Prado[17] quien es considerada una de las más grandes escultoras de América Latina[18] y que llegó a ser admirada por personalidades como Pablo Picasso y Gabriela Mistral.
[15] Las piedras fueron traídas al sitio desde grandes distancias, algunas desde canteras que están cerca del lago.
[15] Dentro la arquitectura incaica se destacan las construcciones ceremoniales próximas a Copacabana como el Pilkokaina o palacio del Inca y la Chincana, en la Isla del Sol; y el acllahuasi en la Isla de la Luna.
[21] El palacio está edificado con los tres órdenes clásicos, en torno a un patio con portada interior y escalera triunfal.
[21] La Catedral de La Paz iniciada por Sanahuja, fue continuada por Bertrés, Núñez del Prado, Presbítero Ernesto Vespignani, Eulalio Morales y Antonio Camponovo.