Oratorio (música)

El término oratorio designaba al principio un lugar donde los miembros de una comunidad religiosa o cofradía se reunían a orar.

Además, mientras que las óperas se ponen en escena habitualmente en un teatro construido especialmente para este género, el oratorio suele representarse en iglesias.

Hasta mediados del siglo XVII el oratorio tenía partes narrativas interpretadas por un solista llamado el testo, que en latín significa testigo.

En la segunda mitad del siglo XVII se estableció también una forma dramática sin partes narrativas.

En los primeros oratorios la acción viene conducida por los interlocutori (interlocutores), normalmente 4 o 5 solistas.

El oratorio luterano alemán se basa en textos bíblicos, especialmente en los que narran la pasión de Cristo, muchas veces en formas que mezclan los textos de los cuatro evangelistas.

Estos son acompañados por textos, presentados por coro y solistas, quienes comentan e interpretan lo ocurrido o lo complementan con estrofas de corales.

Las partes de comentario se componían como aria da capo para solista o elenco con acompañamiento y bajo continuo.

Aunque se han dado muchas variaciones de esa forma, la estructura básica sigue vigente hasta las obras de hoy en día, aun representando figuras no derivadas del universo cristiano.

[4]​ Fue escrita en el entonces llamado estilo moderno, alternando canto solista, conjuntos y coros.

Otros compositores de importancia son Marco Marazzoli, Domenico Mazzocchi, Pietro Della Valle, Luigi Rossi, Francesco Foggia, Vincenzo De Grandis, Giovanni Carlo Maria Clari, Antonio Caldara, Carlo Francesco Pollaiolo, Tommaso Pagano, y Donato Ricchezza.

En la segunda mitad del siglo XVIII Georg Christoph Wagenseil, Carl Ditters von Dittersdorf, Antonio Salieri y Joseph Haydn destacan con oratorios sobre textos italianos.

Los libretistas predilectos en Viena fueron Nicolò Minato, Pietro Metastasio y Apostolo Zeno.

Sin embargo, el oratorio se muestra a nivel de estilo, más conservador que la ópera.

Entre 1730 y 1740, el poeta Pietro Metastasio escribió siete libretos de oratorios que fueron puestos en música innumerables veces durante las décadas siguientes.

Los textos no se limitan a la Biblia, sino que contienen comentarios y meditaciones.

Schütz estableció el papel central del evangelista y la dramaturgia de tres planos.

El primer oratorio del siglo XVIII fue «Der blutige und sterbende Jesus», compuesto por Reinhard Keiser, cantor en Hamburgo.

Con el texto de Brockes, el género del oratorio llegó a tener éxito duradero en Alemania.

Los temas del oratorio barroco en Alemania se limitaban comúnmente a la Pascua y la Navidad.

La época georgiana empezó con un monarca de origen alemán Jorge I y un compositor nacido en Alemania Georg Friedrich Händel.

Como es costumbre en las cantatas, en eso "oratorios", el centro temático no es el texto bíblico, sino el coral atribuido a la semana eclesiástica.