[1] « Esto estaba, escribe Berlioz, escrito sobre un pergamino en la notación antigua que he tenido mucha dificultad en descifrar ».
El rey Herodes se lamente sobre la magnitud y la soledad de las monarcas.
Con el fin de contrarrestar esta profecía, decide matar a todos los recién nacidos.
Aunque la obra está destinada a concierto, Hector Berlioz da una gran importancia al espaciamiento sonoro : « Durante toda la primera parte de la trilogía, los coristas hombres deben estar solo a la vista del público en uno de los lados del escenario.
Al comienzo de la segunda parte, ellas vienen a ubicarse sobre la escena al lado opuesto a aquel que ocupan los hombres, no dejando entre bastidores más que 4 sopranos y 4 contraltos que deben quedarse hasta el final para el Aleluya y el Amén.