En 1628, ocupó el mismo cargo en la iglesia de San Apolinar que pertenecía al colegio Germanicum en Roma, trabajo que mantuvo hasta el año de su muerte.
Tuvo numerosos alumnos, entre ellos Marc-Antoine Charpentier y Alessandro Scarlatti.
Elegido en 1649 maestro de capilla pontifical, introdujo en las iglesias el acompañamiento de la música instrumental y fue el primero que introdujo la cantata para temas religiosos.
En 1656 conoció a la reina Cristina de Suecia, que se encontraba en el exilio, y compuso numerosas obras profanas en su honor.
Entre sus obras destacan misas, oratorios, motetes y cantatas.