No cumplió su período constitucional, pues fue asesinado por Abelardo Mendoza Leyva, un joven militante del partido aprista, organización a la que había proscrito, aunque no se ha determinado si fue víctima de un acto individual o de un complot.
En 1924 se le permitió volver como ayudante en el ministerio de Guerra; luego fue nombrado jefe del batallón de zapadores N.º 4 que se había sublevado en La Pampa (Cuzco), hacia donde marchó solo, negándose llevar consigo tropas leales.
Pero debido a suspicacias políticas fue separado bruscamente del mando de su batallón.
[12] Como resultado de sus viajes, Sánchez Cerro llegó a tener buen conocimiento del idioma francés; el inglés lo aprendió durante su estadía en Estados Unidos en 1915, y sabía también algo de italiano.
En teoría, se portaba como un oficial leal al gobierno y se le concedían puestos públicos, pero poco después inició el levantamiento que pondría fin al Oncenio de Leguía.
[18] El levantamiento de Sánchez Cerro fue uno de varios que se dieron en todo el país; sin embargo, fue elegido por los insurrectos para que asumiera la dirección del país.
En Oyolo (departamento de Ayacucho) hubo un choque sangriento entre la policía y los indígenas.
[20] Hasta este momento, el país no se había pacificado, puesto que los demás líderes que se habían levantado en contra del gobierno de Leguía también deseaban acceder al poder.
[26] Pero la situación se agravó cuando poco después estalló en Arequipa una nueva revolución de carácter popular.
[32] Durante las elecciones de 1931 se presentaron como candidatos: La campaña electoral fue violenta, tanto en Lima como en el resto del país.
La lucha principal se concentró entre Sánchez Cerro y Haya de la Torre.
[33] La Junta de Gobierno cumplió con dar la más amplia libertad durante todo el proceso, procediendo con energía para detener los desbordes, pero actuando también con entera imparcialidad.
Realizados los escrutinios, el Jurado Nacional de Elecciones proclamó Presidente electo a Sánchez Cerro por haber obtenido 152 062.
[34] Los apristas no aceptaron el resultado y acusaron de fraude al proceso, lo cual nunca lograron demostrar.
Cabe mencionar que Sánchez Cerro poseía un gran carisma con el cual las masas populares se sentían identificadas.
Conocía además el Perú profundo, es decir las provincias del interior, lo que se explica por su oficio de militar.
Es por ello entendible que obtuviera el triunfo, frente a un político todavía novel como era Haya.
El nuevo gobierno se inició contando con una intensa oposición del partido aprista, que desconoció su triunfo.
El Perú se debatía en medio de una grave crisis política y social.
Rigió hasta 1980, aunque en 1968 sería suspendida por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas.
Este, al principio, ofreció dar una solución, pero finalmente decidió amparar a la población loretana, que ansiaba recuperar ese territorio, pues se trataba de un reclamo nacional.
Al retirarse en su vehículo descapotado y con escolta, un individuo armado con una pistola autómatica marca Browning, se precipitó hacia él y subiéndose al estribo del carro le disparó por la espalda varios tiros.
[60] El APRA negó siempre la autoría del crimen y lo atribuyó al accionar personal de un individuo fanatizado.
[61][62] El Congreso llamó al Ejército a poner orden y eligió ese mismo día al general Óscar R. Benavides para que terminara el período presidencial de Sánchez Cerro (que debió culminar en 1936).