En un primer momento, la aproximación del hombre griego al fenómeno onírico debió plasmarse en la tradición oral, basada en la experiencia práctica e influenciada por corrientes orientales (caldeos).
Este uso no se perdió a pesar de la abundancia textual dedicada al estudio onírico en todos sus aspectos.
[cita requerida] Para el psicoanálisis, la interpretación de los sueños es una herramienta poderosa en la exploración del inconsciente.
[19] Al interior del movimiento psicoanalítico también hubo autores que criticaron esta tendencia a interpretarlo todo (por ejemplo Edward Glover o Heinz Kohut).
[cita requerida] El psicoanalista francés Jacques Lacan se dispuso a hacer una revisión de la teoría freudiana.
Entre ellas, la que ha alcanzado mayor notoriedad es la proveniente desde la corriente epistemológica falsacionista encabezada por Karl Popper, quien en sus intentos de deslinde entre ciencia y no-ciencia señaló como criterio último de demarcación la posibilidad que una teoría ofrece para poder ser refutada.
Y justamente debido a que el psicoanálisis se basa en la interpretación (por ejemplo de los sueños u otras formaciones inconscientes) y a que un acto interpretativo no puede ser refutado, el psicoanálisis no podría, según este autor, ser considerado una teoría científica.
[23] Los sueños comparten junto a los lapsus, los olvidos inexplicables, los chistes, los actos fallidos, su procedencia desde el mismo lugar tópico.
Sin embargo, Freud es enfático al señalar que en la cura psicoanalítica en ningún caso se trata de encontrar un inconsciente oculto en profundidades insondables.
Afanes y tendencias antagónicos conviven allí a veces sin suscitar el menor conflicto por no influirse recíprocamente, otras provocando uno en el que, sin embargo, no se toma partido por ninguna opción en particular, sino que estas se funden en un compromiso de la más absurda constitución por poner lado a lado exigencias inconciliables.
Esto guarda estrecho vínculo con que los opuestos, lejos de mantenerse apartados, son tomados como si fueran una y la misma cosa: así, cada elemento del contenido manifiesto del sueño puede figurar precisamente a su contrario.
Sin embargo, la elaboración secundaria juega un papel más importante en los sueños diurnos y esta diferencia es un elemento a considerar en su interpretación.
[cita requerida] No obstante lo anterior, y siempre subrayando la necesidad de analizar cada sueño en el contexto individual del soñante, Freud dedicó gran parte de su obra magna sobre este tema a analizar y dar una interpretación posible a los sueños típicos y a la gran cantidad de símbolos oníricos cuya indudable repetición y regularidad observó tanto entre sus pacientes, como en el abundante material bibliográfico que revisó para escribir La interpretación de los sueños.
En la obra freudiana más leída (Die Traumdeutung, La interpretación de los sueños) se utiliza la palabra «Deutung» (cuya traducción como «interpretación» no resulta ser muy exacta)[29] para aquella técnica psicoanalítica que consiste en asignar una significación a los contenidos latentes del sueño.
Tales asociaciones permitirían recuperar los eslabones faltantes para que, partiendo del contenido manifiesto, pueda colegirse el latente.
Con los sueños que tienen su origen en restos diurnos dejados en suspenso y reforzados durante el dormir por lo inconsciente, frecuentemente resulta difícil anoticiarse de la empero siempre necesaria intervención del factor pulsional.
Lo mismo que al ello sólo le prodigue satisfacciones perfectamente podrá ―y con más razón precisamente por dispensar gozo a tendencias inconscientes― ser acogido por el yo como la oportunidad para un desprendimiento de angustia.
[36] Aunque en principio el universo de contenidos manifiestos del sueño es relativamente ilimitado, existen ciertos sueños que se repiten con tal frecuencia, que la mayoría de las personas (con matices individuales) los han soñado una o varias veces.
Así, un sueño puede ser «leído» como un jeroglífico, donde cada elemento del contenido manifiesto está en una relación simbólica con una idea latente que es inconsciente.
Sin ella, el sueño es simplemente un lusus naturae, un conglomerado absurdo de restos diurnos fragmentarios".
[53] Mientras que para Freud el sentido de los sueños implicaba una determinación causal, siendo en esencia un signo representativo, Jung les concedía un significado simbólico, eran una unidad significativa, una expresión simbólica del inconsciente,[54] cuyo sentido solo se producía por el esclarecimiento de lo que todavía era desconocido.
Quedaba así también en entredicho la distinción entre contenido latente y manifiesto, fundamentada en la existencia de la censura.
Para Jung existía una diversidad pulsional no ceñida al carácter sexual, pulsión indiferenciada que iba siempre acompañada de imágenes y motivos arquetípicos.
Lo inconsciente expresaba a su vez novedosas formaciones creativas así como tendencias de desarrollo positivo.
[66] Tuvo que recorrer un largo camino hasta descubrir la compensación como tendencia general de la psique inconsciente.
En definitiva, colocó la autorregulación en el campo de lo psíquico junto a la actividad reguladora en la vida orgánica.
[82] Así, dependiendo del material onírico, el intérprete corregía la actitud consciente complementándola, llamaba la atención sobre tendencias contrarias, o se ceñía a la compensación primigenia procedente de la simbología arquetípica.
Jung no encontraba ni mucho menos que, descubriéndose el sentido del sueño, se garantizara su adecuada incorporación a la consciencia.
El soñante tenía que conseguir la interpenetración recíproca de los contenidos conscientes e inconscientes.
Solo a posteriori varios autores posjunguianos trataron de solventar dicha carencia, entre los que destaca Mary Ann Mattoon.