Refirió que sus tierras habían sido arrebatadas violentamente, y a la brevedad le fueron devueltas.
La anécdota demuestra la influencia que tenía en su época y entre sus contemporáneos, por ser uno de los oradores más conspicuos del Imperio.
Otros no hubieran obtenido justicia por falta de recursos.
Toda su vida padeció hipocondría y por ello asistía con regularidad al templo de Asclepio en Pérgamo, de donde se dice que a los que dormían en él se les aparecía Apolo y luego curaban.
Famoso también por el escrito donde lamentaba la destrucción de Esmirna por el terremoto de 177/178, escrito que envió al emperador Marco Aurelio, quien al leerlo se conmovió hasta las lágrimas, logrando con ello que ordenase reconstruir la ciudad.