Disgustado tras no obtener el puesto de profesor ordinario cuando este quedó vacante en 1833, dimitió de su puesto en el mismo año y se dedicó por completo al estudio y al trabajo literario.
Su reputación, sin embargo, se vio un tanto afectada por la impostura llevada a cabo sobre él por el griego Constantino Simonides, quien pudo engañarle con un fragmento falso que pretendía ser del historiador griego Uranio.
El libro resultante llegó a ser impreso y ya se habían distribuido unas cuantas copias cuando fue descubierto el engaño, justo a tiempo de prevenir que fuera editado para todo el mundo bajo los auspicios de la Universidad de Oxford.
La importantísima participación que tuvo en la edición del Thesaurus está no obstante autentificada por su propia firma en sus contribuciones.
También publicó valiosas ediciones de Polibio, Dión Casio y otros historiadores griegos.