Resistencia (psicología)

El término fue introducido en 1885 por Sigmund Freud en los albores del psicoanálisis, durante sus primeros trabajos con Josef Breuer sobre la histeria.

[1]​ Aunque inicialmente el término fue criticado y no tuvo acogida por parte de otros autores distantes del psicoanálisis, con el transcurso del tiempo se ha incorporado y utilizado, con diferentes matices de significado e interpretaciones, por las distintas escuelas psicológicas.

Freud consideró perfectamente comprensible, por lo demás, que la gente se resistiera a ser sugestionada.

En su modelo ulterior del funcionamiento psíquico conocido como segunda tópica, esto ya no es así.

La resistencia se presenta ahora como un mecanismo de defensa que tiene entre otras fuentes al yo.

[11]​ Sin excepción, todas las estructuras psíquicas actuarían a través del yo y por lo tanto no sería tan relevante dilucidar el origen de las resistencias en otras instancias.

Según él, es tarea fundamental del analista dilucidar si el paciente calla como forma de resistirse - consciente o inconscientemente - al tratamiento o si justamente su silencio constituye por sí mismo una comunicación relevante, un contenido que se quiere comunicar en lugar de una resistencia frente a un contenido penoso (podría ser, por ejemplo, una repetición en la terapia de un suceso del pasado del paciente donde el silencio jugó un papel importante).

Su origen se debe a «prototipos introyectados» (pautas que modelan la conducta con un marco ético o ideológico).