Achuar

Los achuar [1]​[2]​[3]​[4]​ son un pueblo indígena americano perteneciente a la familia jivaroana como los shuar, shiwiar, awajun y wampis (Perú).

Algunos investigadores postulan que los achuares se separaron de los shuares hace varios siglos.

En los años 50 aparecieron los primeros misioneros salesianos que venían evangelizando al pueblo shuar.

En esos momentos los clanes achuares se encontraban en plena guerra y la población achuar menoraba poco a poco los misioneros más capaces se comprometieron a evangelizar a los achuar y así inició la travesía del célebre Padre Luis Bolla quien evitó una matanza entre los clanes de los "Tanchim-Tsamarint" y el clan del guerrero "Kashijint" de este guerrero se dice que era el más temido y que disolvía a un clan de la noche a la mañana (según crónicas del Padre Luis Bolla), ya en los años setenta las guerras habían llegado a su fin gracias a la intervención del Padre y se creó el primer centro que se llamó "Pumpuents" y unos meses más tarde se celebró la primera misa colectiva y se crearon nuevos centros ya en los años setenta, a esas alturas el Padre Luis Bolla ya dominaba el idioma achuar y mediante el consentimiento de los superiores salesianos se creó la primera misión salesiana que se llamó "Wasakentsa" a orillas del río del mismo nombre (Huasaga) y se creó el primer colegio Internado.

En los años 90 por la necesidad de ser reconocidos como pueblo y nacionalidad los achuar deciden formar su propia organización meses después surge la OINAE (Organización Interprovincial de la Nacionalidad Achuar del Ecuador").

Actualmente trabaja con organizaciones internacionales como The Pachamama Alliance, Indio Hilfe, IBIS.

En el idioma achuar existen solo cuatro vocales a, e, i, u, solo la "e" se pronuncia de diferente manera además el alfabeto consta de 21 letras a, aa, ch, e, ee, i, ii, j, k, m, n, p, r, s, sh, t, ts, u, uu, w, y.

[5]​ Los Achuar no siempre habitaron un territorio tan amplio: su presente expansión es producto de los grandes movimientos históricos que afectaron a esta región del Alto Amazonas desde el siglo XVI.

En la antigüedad el achuar era muy apegado a sus tradiciones que al principio los misioneros tuvieron dificultades.

Entre los Achuar de Perú se ha instaurado la figura del patrón, un comerciante blanco o mestizo establecido permanentemente en una concesión forestal que explota gracias a la mano de obra indígena y que se basa en el intercambio voluntario pero desigual con los indígenas.

Las mujeres Achuar tienen una inclinación a hacer crecer en sus huertos un gran número de especies y variedades, puesto que esto refleja su competencia en horticultura y la asunción plena del papel social principal que se les atribuye.

También se utilizan venenos, “curare”, para las cerbatanas, trampas y perros auxiliares, amaestrados para matar a algunos animales.

Una vez cazado y recogido el animal, las mujeres se encargan de repartirlo en la casa y esta carne es considerada como una contribución esencial al bienestar, mientras que la mandioca es el alimento básico para la sobrevivencia biológica.

En cuanto a la recolección, la selva familiar (los 5 o 6 kilómetros cuadrados que bordean inmediatamente el huerto), es recolectada (tanto plantas como animales y sus productos) de forma intensiva por mujeres y niños durante todo el año.

Tampoco establecen léxicamente una división clara y diferenciada entre taras masculinas y femeninas, ni una diferencia valorativa entre estas, ya que los Achuar conciben el trabajo como una relación permanente con un mundo dominado por espíritus que seducir, constreñir o apiadar mediante técnicas simbólicas aplicadas.

En la medida en que el grupo doméstico aislado se representa a sí mismo como un microcosmo con independencia social y económica, el sistema de producción marcado por la voluntad autárquica se organiza en torno a la división sexual de las tareas.

Así, la intensificación del trabajo ocurre mediante la optimización de su realización, ya que su duración está socialmente limitada.

Además, la horticultura Achuar produce grandes excedentes potenciales de mandioca que nunca son explotados, pues constituyen una cuestión de prestigio social en cuanto a la extensión del huerto; la superficie plantada es siempre superior a la efectivamente explotada por motivos culturales.

[5]​ Entre los Achuar existen unas estructuras denominadas nexos endógamos (aunque tal concepto no existe formalmente en el pensamiento Achuar), constituidos por un conjunto de diez a quince unidades domésticas dispersas por un territorio delimitado y cuyos miembros mantienen relaciones estrechas de consanguinidad y afinidad.

La poliginia, preferentemente sororal, es generalizada, y la residencia es estrictamente uxorilocal, siendo el levirato practicado de modo sistemático.

[5]​ La organización social Achuar gira en torno al faccionalismo y a la institucionalización de la guerra interna.

Estas dinámicas de disyunción y conjunción se invierten cuando hablamos de las relaciones entre el grupo doméstico y el universo social que lo rodea: las relaciones entrecasas, conjunción, están mediatizadas a través de los espacios masculinos (“takamash”) mientras que la sociabilidad intra-casa, disyunción, tiene como eje el “ekent”, espacio femenino.

[5]​ Aunque los Achuar no teorizan espontáneamente sobre la organización del cosmos, Descola señala que, para ellos, espacio y tiempo no son dos categorías distintas de experiencia, sino dos órdenes que se mezclan constantemente en un diverso sistema de referencias empíricas.

Los cuerpos celestes, por su parte, son mudos y sordos a los discursos de los hombres y los únicos indicios que entregan de su existencia espiritual son los signos físicos que los Achuar interpretan como presagios o referencias temporales.

La relación con los espíritus del río también es distintiva: Mientras que los hombres pueden comunicarse con algunos “seres del agua” cuyo hábitat es el medio acuático y el terrestre, les es imposible establecer una relación interlocutiva con los peces que viven enteramente bajo el agua, por lo que no les dirigen “anent” y descansan en los amuletos de pesca para atraerles.

Esto habría sido inconcebible a finales de los años sesenta, puesto que todo Shuar en territorio achuar se encontraba en peligro.

[5]​ Por último, los Achuar son vecinos de los Jívaro Huambisa al oeste, a lo largo del río Morona en la parte peruana.

Los Achuar tienen contactos menos frecuentes con los Candoshi-Shapra que con el resto de vecinos indígenas jibarohablantes o quichuahablantes.

Por lo demás, tanto en el Ecuador como en Perú, las poblaciones lindando inmediatamente con los Achuar son otros grupos indígenas, generalmente más aculturados que ellos y por eso desempeñando el papel de vectores intermediarios de la influencia occidental.

[5]​ Los Achuar son una sociedad que valora considerablemente el control del cuerpo y de sus funciones.