La inmanencia es el ente intrínseco de un cuerpo; en filosofía se califica a toda aquella actividad que pertenece a un ser, cuando la acción perdura en su interior, cuando tiene su fin dentro del mismo ser.
La trascendencia supone, por tanto, la inmanencia como uno de sus momentos, al cual se añade la superación que el trascender representa.
Esta corriente, calificada también como “inmanentismo racionalista” es propia del pensamiento moderno; la trascendencia se suele ubicar en las filosofías contemporáneas.
En Maurice Blondel y sobre todo en Edouard Le Roy tenemos una acérrima defensa de esta perspectiva.
El resto de los seres se adaptan, aprenden que hay fenómenos que se repiten, pueden vincular acontecimientos como causa-efecto, tienen conciencia de que pueden proteger y ser protegidos, tienen sentimientos, emociones, códigos de comunicación, memoria e incluso inteligencia colectiva, pero no inmanencia y por tanto no cultura.