Descendiente de una antigua familia borgoñona de profunda raigambre católica, Blondel cursó sus primeros estudios en el Liceo y los prolongó en la Universidad, donde obtuvo la Licencia en Letras y el Bachillerato en Derecho.
Ya desde 1882 estaba decidido a estudiar la acción humana y su sentido, tema y perspectiva inéditos en la filosofía francesa de la época, ya que el término acción ni siquiera figuraba en el voluminoso Dictionnaire des sciences philosophiques de A. Franck.
Hubo quienes desde el primer momento apreciaron L'Action como una obra que marcaba un hito en el pensamiento religioso francés; rápidamente afluyeron discípulos entusiastas y amigos: Paul Mulla, convertido al islamismo, Augusto Valensin, prometedor estudiante jesuita, y L. Laberthonniere, oratoriano, fogoso antiescolástico.
La cuestión se hace más grave con la crisis modernista, dadas las relaciones con Blondel mantenidas por algunos de sus protagonistas.
Todo ello llevó a Blondel a un esfuerzo intelectual para precisar más sus posiciones más propiamente apologéticas y definir mejor su proyecto de constituir una Apologética de carácter filosófico en la que el estudio de la acción abriera a la consideración del orden cristiano presentado como aquel donde la acción obtiene su plena inteligibilidad.
Dos nuevas publicaciones fundamentales ven la luz: Lettre sur les éxigences de la pensée contemporaine en matiere d'apologétique et sur la méthode de la philosophie dans l'étude du probleme religieux (1896) y Histoire et Dogme (1904).
Muchos borradores inéditos muestran su constante preocupación por elaborar un programa de «Apologética integral» (cfr.
En 1934, Blondel tiene 73 años, salud precaria y una ceguera casi completa, a la cual pronto se añadirá la sordera.
Este conjunto ha sido denominado «trilogía», pero debe hablarse más bien de «tetralogía», ya que otra obra de gran aliento coronará pronto el conjunto: La Philosophie et l'esprit chrétien (2 vol.
Como cristiano, Blondel cree que el hombre está ordenado al fin sobrenatural de la adopción divina en Cristo.
Como filósofo, piensa que la sola razón, si bien no puede hacer esta afirmación de fe, no puede tampoco desinteresarse del destino humano: tiene fuerza suficiente para develar, en la misma descripción del actuar, las implicaciones necesarias que permitan discernir su dirección y el vacío ineludible que sólo un don anhelado pero gratuito puede colmar.
Blondel piensa que así renueva profundamente la problemática filosófica: en lugar del Pienso cartesiano, del Debo kantiano, o del Quiero schopenhaueriano, podría decirse que comienza con un «Actúo» para afrontar el más profundo y universal de los problemas: «¿Sí o no, la vida humana tiene un sentido y el hombre un destino?» (L'Action, intr.).
Para ser estrictamente filosófico debe versar acerca de lo universal y necesario, esto es, no puede reducirse a una descripción psicológica (aunque también la asuma), sino que debe atender a las verdades lógicas trascendentes implicadas en el actuar humano.
«Sí o no»: ambas posibilidades son seguidas en todas sus implicaciones lógicas para descubrir sus significaciones.
Al mostrar cómo las verdades más positivas se extraen de la acción, me preparo a extraer de la acción las verdades trascendentes que están allí ya inmanentes» (carta a G. Perrot: Lettres Philosophiques, París 1961, 35-36).
Pero no basta cualquier decisión: esa libertad se manifiesta solicitada por valores y móviles que están más allá de lo concebible.
La cooperación con los demás se efectúa de varios modos (tradición, educación, arte, etc.), pero más allá todavía, la voluntad tiende a una unión real y total: el amor.
En cada una de estas cristalizaciones se advierte un mismo impulso obstinado: el hombre trata de adecuarse a sí mismo, pero nunca lo consigue plenamente; hay en él un dinamismo fundamental (volonté voulante) perpetuamente inadecuado por sus realizaciones (volontés voulues).
Al haber agotado todas las posibilidades naturales, incluso las de la Totalidad, no queda más que mantener una abertura y atención hacia el Infinito por si viniese al encuentro del hombre: la hipótesis de lo sobrenatural.
Afectan fundamentalmente a dos puntos: la gratuidad de lo sobrenatural, y el valor del conocimiento humano.
La encíclica Pascendi, con la que Pío X condenó al modernismo, incluye un párrafo que ha sido a veces interpretado como referido a Blondel o a autores inspirados en él; es el párrafo en que Pío X se refiere a quienes «si bien rechazan la doctrina de la inmanencia, como tal doctrina, la emplean, no obstante, para una finalidad apologética; y esto lo hacen tan sin cautela que parecen admitir en la naturaleza humana no sólo una capacidad o conveniencia para el orden sobrenatural, sino una verdadera y auténtica exigencia» (A AS, 40, 1907, 631 ).
A. Gaboardi, Il método d'inmanenza, en Problemi ed orientamenti di Teologia dogmatica, II, Milán 1957,75-85).
Después de 1961 se han publicado las siguientes: Estudios sobre Blondel más importantes y recientes: