La psicología clínica es una rama de la psicología que se encarga de la investigación de todos los factores, evaluación, diagnóstico, tratamiento y prevención que afecten a la salud mental y a la conducta adaptativa, en condiciones que puedan generar malestar subjetivo y sufrimiento al individuo humano.
Por otra parte, los psiquiatras, al ser médicos, están legalmente autorizados para prescribir medicamentos y hacer diagnósticos, pedir exámenes auxiliares y pruebas si sospechan de patología no emocional como el origen del sufrimiento del paciente.
Los psicólogos clínicos empezaron a organizarse bajo ese nombre en 1917, con la fundación de la American Association of Clinical Psychology.
En Europa, los primeros psicólogos clínicos se establecieron en Gran Bretaña como reflejo de los sucesos en Estados Unidos.
En Francia, una tradición europea fue fundada por el psicoanalista Daniel Lagache, que consideró a la Psicología Clínica como un área distinta a la Psiquiatría, que si bien integraría elementos propios de la psicopatología, debía entender al individuo en su totalidad más allá de la patología, pudiendo así obtener un conocimiento amplio y certero del funcionamiento psíquico y su relación con los fenómenos del sufrimiento.
En los años 60s se delinea la terapia etiquetada como "cognitivo-conductual" o "cognitiva" gracias a las inquietudes de Albert Ellis y Aaron T. Beck.
A partir de dichas líneas eclosiona una gran cantidad de modelos y técnicas psicoterapéuticas que llegan hasta la etapa actual, en que aparecen también enfoques clínicos constructivistas ligados parcialmente a la terapia cognitiva.
[4] Esta subárea de la psicología clínica estudia el comportamiento del ser humano cuando se organiza en grandes masas.
Esto incluye iniciativas como programas de fortalecimiento del tejido social, proyectos educativos y estrategias para aumentar la resiliencia comunitaria ante desastres naturales, crisis económicas o conflictos sociales.
En este contexto, el papel del psicólogo comunitario se extiende más allá del consultorio: trabaja directamente en las comunidades, facilitando procesos de organización colectiva y fomentando habilidades que permitan a las personas enfrentar de manera eficaz los retos que afectan su bienestar.
Durante las décadas de 1960 y 1970, en países como Estados Unidos y Brasil, la psicología comunitaria se consolidó como una disciplina que vinculaba el bienestar psicológico con la justicia social.
Además, investigaciones recientes destacan la importancia de factores culturales en las intervenciones comunitarias.
Por ejemplo, en comunidades indígenas, los enfoques interculturales que integran saberes tradicionales con estrategias psicológicas contemporáneas han demostrado ser especialmente efectivos para abordar problemas como el duelo colectivo, el trauma histórico y la pérdida de identidad cultural.