Fritz Perls dio un nuevo rumbo a la psicología humana en la terapia Gestalt (lo que significa totalidad en un sentido simplista).
Todas las religiones le parecían "crudezas inventadas por los hombres" y creía que estos debían tomar la responsabilidad de su existencia por su propia cuenta.
Enfrentar la frustración y el dolor lleva a un sufrimiento realista, acompañado de un crecimiento.
Todo control interfiere en el funcionamiento sano del organismo, en la Gestalt, se invita a ejercer natural y responsablemente nuestras posibilidades de manera realista, y confiando en nuestra naturaleza.
El límite del ego es esa función discriminatoria de reconocer lo bueno y lo malo.
El límite del ego es flexible, la persona sana se adapta a los cambios, la función del límite del ego es la discriminación, diferenciar aquello que fortalece y estructura el organismo de lo que atenta contra él, dos tipos de discriminación: Introyectada donde se incorporan las elecciones de otra persona y del organismo, cuando hay conflictos entre estas surge la agresión, la agresión tiene doble propósito, desestructurar al enemigo y desestructurar la sustancia necesaria para asimilarlo.
Una persona madura vive según sus propios referentes, es constructiva y no puede ser predecible porque no vive cumpliendo expectativas; una persona madura es lo que es en ese momento y no puede ser otra cosa, cuando una persona empieza a darse cuenta de sus propios derechos también empieza a reconocer los de los demás.
Con estas emociones podemos expresar nuestra sexualidad, pena, alegría y coraje, pero no tiene sentido expresarlas en soledad; el individuo vive por medio de máscaras tratando de cumplir solo un “deber ser”.
La Gestalt es la condición que permite vivir un contacto más claro del ser humano con la naturaleza, con su entorno y con sus semejantes.