Los propios griegos se refirieron a estas guerras como el «asunto medo» (Μηδικά, Mĕdiká), pues aunque eran perfectamente conscientes de que el Imperio aqueménida, su enemigo, estaba gobernado por una dinastía persa, conservaron para este el nombre con que fue conocido antes, Media, una región contigua a Persia sometida a su imperio.Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser tolerante.Tras sofocar la rebelión, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y, después de un largo asedio, arrasaron Mileto.La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C., dirigidos por Artafernes, y conquistó las islas Cícladas y posteriormente Eubea, con su principal ciudad, Eretria,[6] como represalia a su intervención en la revuelta jonia.Las bajas persas ascendieron a más de 6000 hombres, mientras los griegos solo perdieron 192,[7] incluido el polemarca Calímaco.En segundo lugar, a la organización estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener la disciplina en un ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para un monarca invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño.Atacó la isla de Paros, exigiendo a sus habitantes un tributo de cien talentos, y al negarse la ciudad le puso sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse con unos pocos saqueos.Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a proceso, en el que no se pudo defender por haber sido herido en un accidente y estar postrado en una camilla.Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien quiso obligarles a postrarse ante él.Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte que han dado a tus embajadores en Esparta».Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península.Tras cinco días de espera, y viendo que su superioridad numérica no hacía huir al enemigo, los persas atacaron.Sin embargo, en aquel desfiladero tan estrecho los persas no podían usar su famosa caballería, y su superioridad numérica quedaba bloqueada, pues sus lanzas eran más cortas que las griegas.La protección del camino había sido encomendada a 1000 focidios, que tenían excelentes posiciones defensivas, pero éstos se acobardaron ante el avance persa y huyeron.Al contrario, el tono usado es que hasta su muerte se mantuvieron fieles.Con el paso de las Termópilas franco, toda la Grecia central estaba a los pies del rey persa.Desde ese lugar presenciaron el saqueo e incendio de la Acrópolis por las tropas dirigidas por Mardonio.Sin embargo, la flota persa no tenía coordinación al atacar, mientras que los griegos tenían perfilada su estrategia: sus alas envolverían a los navíos persas y los empujarían unos contra otros para privarlos de movimiento.La noche puso fin al combate, tras el cual se retiró destruida la otrora poderosa armada persa.Al enterarse de que el ejército espartano (increpado con amenazas por los atenienses para que les prestaran ayuda) se dirigía contra ellos, los persas se retiraron hacia el Oeste, hasta Platea.Esta liga estaría totalmente comandada por Atenas, que llevaría así las directrices en todos los aspectos posibles, por lo que de esta manera se convierte en el mayor pueblo de Grecia política, económica, social, cultural y militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.