Con esta flota desde Cnido y Triopio izó velas rumbo a las ciudades de la costa Caria.
Después, Cimón, navegó hacia la ciudad de Fasélide, que al principio se negó a recibirlo.
Tomando otra iniciativa más, Cimón navegó después con su flota para atacar directamente a la persa en Aspendo.
Sin duda, varias naves persas fueron capturadas o destruidas durante la batalla, pero es probable que la gran mayoría lo fueran mientras estaban varadas.
Según sigue contando Diodoro, «los persas acogieron a los atenienses disfrazados que llegaron con sus propios trirremes.
Caída la noche, Cimón hizo desembarcar a sus soldados, y acogido como amigo por los persas, irrumpió en el campamento de los bárbaros.
Cimón, según Diodoro, mediante una antorcha levantada junto a las naves varadas, dio la orden de que sus soldados renunciaran al saqueo.
[5] Al día siguiente, después de erigir un trofeo, la flota griega zarpó rumbo a Chipre.
Según otra versión la batalla naval y la terrestre tuvieron lugar junto a la desembocadura del río.
Plutarco indica que con la venta del botín se construyó la muralla meridional de la Acrópolis.
No obstante, a pesar de esta victoria, un statu quo se instaló entre Persia y la Liga, los griegos no llevaron más allá sus avances y los persas adoptaron una estrategia muy defensiva durante una quincena de años.