Seis años antes había recibido a los enviados de Atenas, quienes le ofrecieron tierra y agua, los elementos típicos para expresar sumisión.
Artafernes se la concedió a cambio de que la expedición fuera comandada por un persa, Megabates.
Artafernes defendió con éxito la ciudadela, y cuando los griegos se retiraban, salió a su encuentro derrotándoles.
El mismo Artafernes volvió a estarlo después de que hubo reconstruido Sardes.
El sátrapa le hizo caso mostrando una actitud sorprendentemente amable y compasiva con los antiguos rebeldes[2] .