[1] Sobre su homogeneidad ya en época prerromana resultan reveladores las palabras de Estrabón: Como elementos comunes a toda el área hay que señalar, entre otros, la presencia de hórreos, el uso del carro chillón o la utilización del arado cuadrangular.
No obstante existen diferencias apreciables respecto al resto de pueblos.
Bajo la solana y enmarcado por los muros cortafuegos se desarrolla un amplio soportal denominado estragal.
[4] Este tipo de vivienda se generaliza en Cantabria desde el siglo XVII.
Se asemeja a la casa asturiana pero difiere del caserío vasco en que este tiene su fachada en el hastial.
No obstante Cantabria poseía una rica tradición pastoril, existiendo en el país cinco variedades de razas vacunas: la tudanca, la campurriana, la lebaniega, la pasiega y la monchina.
Llevaban un zurrón y se protegían la cabeza del frío mediante una cachucha o montera.
Al pastor le acompañan uno o varios perros que llevaban carrancas para protegerse de los lobos.
[6] La artesanía de la madera en Cantabria nunca fue muy variada, ya que sus habitantes han vivido siempre acostumbrados a fabricarse prácticamente lo indispensable.
[9] Otras especies arbóreas autóctonas o adaptadas desde tiempos inmemoriales -como castaños, nogales, avellanos, higueras, etc.- fueron muy apreciadas por sus frutos.
Naranjos y limoneros también han tenido gran importancia en las zonas costeras de la región, exportándose grandes cantidades de cítricos a la Europa Atlántica y como cura o remedio para el escorbuto entre los marineros.
[11] En la labores agrícolas, y en relación con la recogida y transporte de hierba, se utilizaba un tipo de carro, denominado carro chillón, el cual tiene muchos elementos comunes con otros existente en la región cantábrica.
[11] Además aquellas no poseen radios y resultaban más o menos macizas.
[14] Esta igualdad funcional entre hombres y mujeres montañeses crea un ambiente en el que ambos sexos realizan las mismas funciones económicas e incluso sociales, donde el sistema normativo impone a ambos la regla del trabajo y del rendimiento económico como ideal supremo y donde el principio autárquico de la unidad familiar está por encima de los individuos y a él deben someterse al margen del sexo o la edad.
A pesar del importante exterminio que sufrió el pueblo cántabro, una vez concluida la sangrienta guerra contra Roma, la extirpe de los cántabros no se extinguió, manteniendo su cultura e identidad.
Durante el dominio visigodo de Hispania Cantabria permaneció ajena a su influencia y solo durante el reinado de Leovigildo se incorpora al reino los territorios cántabros.
[16] Los árabes nunca llegarían a invadir la Cantabria Transmontana, limitándose a conquistar la Cantabria Cismontana -los territorios al sur de la Cordillera Cantábrica alcanzando la Meseta Norte- destruyendo el bastión de Amaya y controlando los denominados Campos Góticos.
La presencia de tales personas debió influir en una tardía romanización del país.
Cantabria se constituye durante este periodo en una officina gentium o "fragua de pueblos".