Se conoce como jándalo a la persona originaria de Cantabria (y a veces, por extensión, del norte de España) que emigraba a Andalucía adquiriendo la pronunciación propia de allí o adoptando costumbres andaluzas.
[1] Durante la segunda mitad del siglo XIX sobre todo, muchos montañeses emigraban a tierras andaluzas en busca de fortuna.
Eran jóvenes emigrantes temporales o definitivos que marchaban en otoño retornando periódicamente a La Montaña natal hasta consumir sus ahorros y volviendo, muchas de las veces, de nuevo.
Durante el último tercio del siglo XIX se generaliza un costumbrismo de tipos que por razones de pintoresquismo suele presentar predilección por los andaluces, y entre ellos los jándalos.
Sus obras señalaban que en ocasiones volvían enriquecidos, pero en la mayor parte de los casos habían ahorrado unos cuartos para presumir ante sus convecinos y solían presentarse con la indumentaria andaluza al uso, un modo de hablar seseante y postizo del que se reían los aldeanos y unas maneras aflamencadas que también solían ser motivo de hilaridad.