Algunos autores consideran que tanto la lebaniega como la campurriana eran variedades de la tudanca,[1] y para el experto bovino José María de Cossío, ambas pertenecían a la tudanca, y más que variedades diferentes, eran la misma raza pero con matices.
[2] En general peso medio tendiendo a la elipometría y de formas recogidas.
Cabeza más bien pequeña, con cuernos cortos, finos, dirigidos hacia arriba, blancos con las puntas negras.
Capa predominantemente roja a avellana, con diversos grados de tonalidad.
[3][4] Decía Félix Gordón Ordás de esta raza:[5] Muy resistente y rústica.