El término «economía clásica» fue acuñado por Marx para referirse a la economía ricardiana –la economía de Ricardo y James Mill y sus antecesores– pero su uso se generalizó para describir también tanto a los seguidores de Ricardo y Mill como a todos los influidos por las percepciones generales de esos autores,[1] incluido el propio marxismo.
Sin embargo, la Nueva economía clásica esta fuertemente influida por las percepciones generales de la escuela.
Smith veía este producto nacional como derivado del trabajo aplicado a la tierra y al capital.
Difícilmente se encontrará una nación que haya tratado con la misma igualdad e imparcialidad esas distintas actividades.
En el Libro tercero se explican las circunstancias que dieron origen a esa política, y aconsejaron aplicarla.".
Dado un plan exitoso se obtiene: "La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se derrama hasta las clases inferiores del pueblo.
A un si la población se mantiene, esto no puede sino conducir a una situación en la cual no habrá necesidad de la cantidad de trabajo necesario para que las personas puedan ganar lo suficiente como para obtener sus necesidades.
Por lo menos en relación con ciertos productos en la actualidad considerados de lujo (pieles, marfil, seda, etc.) ese futuro es nuestro presente.
En 1865, Jevons se pregunta por cuánto tiempo podría Gran Bretaña continuar siendo una nación industrializada, teniendo en cuenta que la creciente demanda de carbón mineral implica que este dejaría de estar disponible para fines industriales en las cantidades necesarias en un plazo menor a un siglo.
[33] Pese a lo anterior, los clásicos en general (incluyendo Malthus) tenían una visión más bien optimista, creyendo que la racionalidad llevaría al control del crecimiento de la población necesario para evitar el descenso a la miseria general.
(la mejor exposición al respecto se encuentra en Stuart Mill, Principios, libro IV, Influence of Progress).
En 1960 había una media hectárea de buena tierra cultivable por persona en el mundo — lo suficiente para mantener una dieta europea razonable.
[36] Por ejemplo, se proponía que cosas tales como el producto y ganancia real pueden ser analizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el valor monetario de esa producción y la tasa de ganancia.
[38] Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que parece sugerir que la única función del dinero es servir como medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la demanda.
Partiendo de la base que la producción y venta de bienes solo adquieren su sentido cuando terminan en otra compra, completando así una transacción económica, Say sugiere: «El dinero cumple solo una función momentánea en ese doble cambio, y cuando la transacción es finalmente concluida, siempre se encontrará que un tipo de mercadería ha sido cambiada por otra».
[40] Pero esas distorsiones son meramente locales y transitorias: en el largo plazo, las fuerzas económicas, por sí mismas, restauran un equilibrio que implica, de acuerdo a la ley de Say, que los factores económicos están siendo usados plenamente.
Cualquier choque monetario es absorbido totalmente por los precios, generando solamente inflación o, quizás, deflación.
[41] Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta de que el dinero no es neutral en ese sentido.
Aun así se esforzaron en mantener la dicotomía, buscando explicar el efecto del dinero a través de otras variables, lo que produce una situación más bien confusa.
Generalmente se sugería que el dinero (oro, plata, etc) es valuable "porque tiene valor"[46] (ver Ilusión monetaria y Fetichismo de la mercancía).
Esto dio origen a un debate prolongado pero no cruento, acerca de la concepción del dinero.
Si la cantidad de circulante depende naturalmente del mercado, como podemos explicar eso?
Los bancarios aducían que el respaldo del dinero en oro no es necesaria, siempre y cuando el circulante emitido por los bancos, especialmente como crédito, sea equivalente a depósitos financieros (título de crédito, etc) respaldados por un derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a corto plazo (60 días era sugerido inicialmente).
Dado esa condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como fuera requerido por la economía sin producir inflación.
(Para Smith el proceso depende crucialmente de la confianza que los banqueros generen o adquieran[51]).
Esta posición, representada, entre otros, por Ricardo, predomino hasta después de la Primera Guerra Mundial.
[56] Conviene notar que este debate dio origen a otras diferencias, más complejas, de opinión, diferencias de las cuales se ha alegado que “aún hoy, hay lesiones importantes a ser aprendidas”.
Y ¿cómo relacionamos esos casos extremos con el trabajo de un panadero, carpintero u obrero calificado?
Al dar más a cada trabajador empleado, limitan el poder de dar empleo numeroso, y por excelente que sea el efecto moral, hacen poca diferencia económicamente, a menos que el pauperismo de los que están excluidos conduzca indirectamente a un reajuste por medio de una mayor limitación en la población."
Sigue que el precio de los respectivos productos no se puede determinar solo en relación con un salario promedio general.