Uno de sus percepciones centrales ha sido generalmente interpretada como significando que el dinero es neutral[2] es decir, el dinero funciona básicamente solo como un medio de intercambio, no afectando las variables económicas básicas.
Ese aparentemente simple cambio en la perspectiva resultó de mayor importancia.
[6][7] Algunos han sugerido que la nueva economía clásica debe mucho a la llamada escuela austriaca.
[8] [9] El objetivo principal de la escuela es proveer fuertes fundaciones microeconómicas a propuestas generales al nivel macroeconómico.
Sin embargo, en algunos modelos económicos, se considera como un agente una nación, una familia o un gobierno.
(Grant/brue) En lo que sigue se usan dos conceptos — tasa natural de desempleo y tasa natural de desempleo no inflacionaria o NAIRU — que es necesario mantener presente no son los mismos.
Desde los tiempos de los clásicos ha habido un acuerdo general que variaciones del circulante empujan el desempleo y la inflación en direcciones opuestas.
Los proponentes del NAIRU no niegan que eso suceda en el corto plazo.
Es decir, en algún momento la sociedad en general adecuara sus expectaciones a precios mayores que los anteriores.
Consecuentemente la demanda (incluyendo de trabajo) decaerá a lo que podría considerarse su nivel normal, pero los (nuevos) precios se mantienen.
El resultado es similar, para propósitos prácticos, que si la curva de Phillips se hubiera desplazado hacia la derecha.
Puesto de otra manera: el intercambio entre desempleo e inflación no es una relación real o estructural, sino que deriva del hecho que ha habido un cambio no anticipado en la relación dinero y poder de compra.
Quizás el primero en proponer que, si bien los precios en un mercado se "mueven al azar" no lo hacen en forma totalmente errática, es decir, los precios en el largo plazo "se comportan" estadísticamente fue Louis Bachelier en 1900[40] quien afirmó que “el mercado, sin darse cuenta, obedece una ley que lo domina: la ley de la probabilidad”.
Esta sugerencia de cambio probabilistico se mantuvo presente en el trabajo de varios autores posteriores[41] y en algún momento dio origen a la hipótesis del paseo aleatorio (ver más abajo)..
Dado esos números, un inversionista racional invertirá, "aprendiendo del error" de no haberlo hecho previamente.
[43] Esto resalta la naturaleza del problema con la hipótesis de Fisher: se centra exclusivamente en el pasado, lo cual, como el ejemplo muestra, puede llevar a error.
Fisher perdió una fortuna en esa crisis, y su hipótesis sufrió un duro golpe.
[45] En 1961 John Muth publicó su "Rational Expectations and the Theory of Price Movements",[46] en la cual se sugiere que los actores económicos son capaces de formar expectativas racionales sobre desarrollos futuros del mercado, entendiendo expectativas racionales como siendo "esencialmente las mismas que las predicciones de la teoría económica relevante" debido a que "la economía generalmente no desperdicia información, y que las expectativas dependen específicamente de la totalidad de la estructura del sistema".
Si toda la información disponible y relevante en el presente fuera conocida y explotada por todos los participantes en el mercado, los precios serían un reflejo exacto del valor "en el presente" de los bienes en cuestión y cambios de precios se deberían exclusivamente a cambios en circunstancias externas (modificaciones tecnológicas, cambios en la producción o demanda, etc).
Un mercado será, entonces, eficiente en la medida que la información es diseminada y explotada.
A pesar de errores por participantes individuales, esa explotación, en general o el agregado, es eficiente, lo que conduce a resultados de máxima eficiencia o equilibrio: los precios se establecen en relación con la situación económica real.
[53] La interpretación o forma fuerte —de acuerdo a cual los actores tienen acceso a toda la información relevante y la utilizan, lo que implica que los únicos errores serán los inevitables debido principalmente a factores externos — y la forma débil, de acuerdo a la cual los individuos hacen uso óptimo de la información que disponen, pero esa información no es necesariamente correcta o completa.
Sin embargo la forma fuerte parece demandar de los actores no solo conocimiento perfecto del mercado y sus reglas[54][55] sino también una "racionalidad" absoluta, asunciones que, se ha sugerido, son erróneas.