Censura homofóbica

[1]​[2]​ El Diccionario Akal de la homofobia clasifica la censura homofóbica en tres grupos: intelectual, institucional y autocensura.

[2]​ La homosexualidad, incluso en su vertiente no sexual, ha sido considerada a menudo como obscena y tratada de forma correspondiente por la censura.

[2]​ En 1689 se detuvo a dos libreros por vender Sodom, or the quintessence of dabauchery de John Wilmot.

Otros artistas que han sufrido persecución institucional por sus obras son Allen Ginsberg, Robert Mapplethorpe, James Baldwin, William Burroughs, Jean Genet, André Gide o Mary Renault.

[5]​ En la Unión Soviética, publicar libros con temas homosexuales era prácticamente imposible, aunque a veces se miraba hacia otro lado en el caso de los samizdat.

Naturalmente, la homosexualidad era considerado el vicio por excelencia y numerosos autores tuvieron problemas, tanto legales, como con las editoriales que no querían arriesgarse a tener dificultades, como fue el caso de Violette Leduc, Éric Jourdan, Nicolas Genka, Pierre Guyotat, etc.

Tras la oposición del Parlamento Europeo y del presidente de Lituania, la ley se reformuló como una «prohibición de difundir información que pudiera promocionar relaciones sexuales o concepciones del matrimonio o la familia distintos de la establecida en la constitución o el código civil», siendo que el matrimonio es definido en la constitución explícitamente como entre una mujer y un hombre.

[1]​[4]​ Por ejemplo, existen numerosos casos en los que se ha heterosexualizado a los personajes de obras literarias.

[2]​ El hecho continuó durante la Edad Media, cuando los monjes copistas reescribían la historia desde un punto de vista cristiano.

En 1640 John Benson haría lo mismo con los sonetos de Shakespeare, generando la única versión disponible durante los 140 años posteriores.

[4]​ Otro mecanismo recurrente es omitir pasajes en los que se hable de homosexualidad o, simplemente, no traducirlos.

Todo lo relacionado con la homosexualidad había sido traducido con palabras como «lascivo, débil, disoluto, compañero, favorito, amigo, bohemio, decadente, petimetre, dandy o arcadio».

Pero no ha sido solo la traducción de obras clásicas las que han sufrido este tratamiento, traducciones de textos chinos también han sido sometidos a ello: David Hawkes tradujo Long Yang zhi xing como «El vicio del caballero Yang», cuando la palabra xing es siempre positiva y denota alegría, pasión, deseo y apetito.

[2]​ De hecho, Alberto Mira afirma que «incluso cuando se admiten otros rasgos de "diferencia": el autor puede ser alcohólico, asesino, violento o tacaño, belicista, fascista o asesino, cualquier cosa menos homosexual», los biógrafos tienden a negar la homosexualidad como posición creativa.

El código también podía transmitirse entre desconocidos, como en este extracto de una carta enviada por Henry James a John Addington Symonds,[2]​

Muchos poemas de autores homosexuales están escritos en un código que primero debe ser descifrado.

Del siglo XVIII son los textos de autores como Edmund Spenser y John Donne.

Una buena parte de la poesía uranista usaba palabras en clave, como earnest, «serio», para nombrar el amor pederasta.

[22]​[23]​ Naturalmente, el sistema más fácil de ocultar un amor homosexual es convertirlo en heterosexual, es la llamada «estrategia Albertine».

Entre los autores que han empleado esta estrategia se pueden mencionar a Somerset Maugham en Of human bondage, E. M. Forster en Where angels ear to thread o Willa Cather en My Antónia.

Es una estrategia que por ejemplo se siguió mucho en la Italia del siglo XIX y XX, así Aldo Palazzeschi o Giovanni Comisso.

[1]​ La autobiografía de Symonds, escrita entre 1889 y 1893, no fue publicada hasta mucho después (1984), por deseo expreso del autor.

Willa Cather destruyó las cartas dirigidas durante 40 años a Isabelle McClung, de la que estaba enamorada.

Una caja con papeles de Thomas Lovell Beddoes desapareció con todo su contenido; anteriormente Robert Browning había insistido en mantenerlo secreto.

Existen casos en los que se emplearon cartas para condenar a cárcel a homosexuales, como los que se dieron en la década de 1950 con Lord Montague of Beaulieu, Peter Wildeblood, periodista de Daily Mail, o Michael Pitt-Rivers.

En la década de 1990, se prohibió a Lillian Faderman que publicase en su antología Chloe Plus Olivia (1994) poemas de Edna St Vincent Millay, porque «Estos poemas no son apropiados para su colección, ya que Millay no escribía literatura lésbica.

Por ejemplo, los aikane hawaianos son literalmente «hombres que follan con hombres», sin ningún tipo de connotación sobre el comportamiento sexual o estructura de edad; en cambio en los textos antropológicos son incluidos en el mismo saco con las personas transgénero.

Especialmente los historiadores estaban poco dispuestos a «interesarse por las conductas privadas», y cuando lo hacían, solo mencionaban brevemente los gustos «contra natura».

Así, el estudio estaba limitado por lo que John Stuart Mill denominó «la coerción moral de la opinión pública».

[27]​ Otro ejemplo, en Francia, la mala reputación de Daniel Guérin era debida su homosexualidad, más que a su profesado izquierdismo.

Quema de libros en la Plaza de la Ópera en Berlín el 10 de mayo de 1933. En su mayoría procedían del Comité científico humanitario .
Cerámica homoerótica Chimú .