Lee mucho, pero los autores que le marcan son especialmente Gabriel Miró, Valle-Inclán y Azorín.
En 1936 cofunda en Valencia la revista Hora de España, cuya redacción está formada por Juan Gil-Albert, Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo y Ramón Gaya.
Allí conoce a Jorge Luis Borges y publica El convaleciente (1944).
Tras su regreso a España publica El existir medita su corriente (1949), Concertar es amor (1951) y se sume en un silencio nada inactivo.
Su falta de contacto con los medios sociales y culturales del franquismo es absoluta y vive inmerso en años de febril e intensa escritura hasta que en 1972 la colección "Ocnos" publica Fuentes de la constancia, antología poética que le rescata para la crítica y en 1974 Crónica general, que le populariza entre el gran público.
Siguen Memorabilia (1975), Homenajes e impromptus (1976), A los presocráticos (1976), El ocioso y las profesiones (1979), Breviarium vitae (reeditado en 1979), etcétera.
La consagración definitiva le llegaría en 1982 con el Premio de las Letras del País Valenciano.
[7][8] Así como, la pintura perteneciente al cuadro Retrato de Juan Gil-Albert (1940) del pintor Enrique Climent.