En muy tierna edad emigró a Florencia para educarse y tomó el hábito eclesiástico; en 1517 marchó a Roma para servir a Bernardo Dovizi, más conocido como cardenal Bibbiena, lejano pariente suyo; allí entró en contacto con el Humanismo de la época; pero el cardenal murió en 1520 y, tras un breve paréntesis en los Abruzzos, volvió a Roma para servir como secretario al futuro obispo de Verona Gian Matteo Giberti, que entonces era datario del pontífice.
Allí asistió al Saco de Roma.
Fue sepultado precipitadamente en la fosa común reservada a los canónigos en la iglesia de Santa María del Fiore.
Escribió una farsa teatral ambientada en el mundo campesino, Catrina, pero sobresalió en el género burlesco con una parodia del Orlando inamorato de Mateo Boyardo (1541).
Fueron famosos sus libertinos sonetos, que parecen inocentes pero encubren con velado lenguaje sus aventuras homosexuales, de suerte que, una vez descifrados, resultan ser muy obscenos; sin embargo, es recordado, sobre todo, por la creación de un particular estilo burlesco, la llamada poesía bernesca, y un subgénero poético particular que se ha denominado elogio paradójico (por ejemplo, su soneto dedicado a una pulga, inspirado en el Culex de Virgilio) que en realidad proviene de la tradición de enseñanza retórica.